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13 de febrero de 2023

Encuentran restos del recinto de la medina y de la fortaleza medieval de Uceda (Guadalajara)

Los trabajos de investigación dirigidos por los profesores de la Universidad de Alcalá, Manuel Castro-Priego y Lauro Olmo-Enciso, confirman el asentamiento islámico en la provincia de Guadalajara. Se trata de un conjunto medieval muy interesante. A principios del siglo XVI se abandonó. La nueva villa se extendió fuera del recinto amurallado. Aunque gran parte de la antigua ciudad medieval fue expoliada durante siglos se encuentra, en gran medida, enterrada.
Restos el alcázar de Uceda.

– ¿Qué hallazgos han encontrado en Uceda? ¿Qué tipo de técnicas/instrumentos en la investigación utilizan?

– En esta primera fase, los elementos más importantes que hemos podido documentar han sido, por un lado, el recinto de una medina y por otro una importante fortaleza bajomedieval que se abandonó a partir de mediados del siglo XVI. Uceda tenía una importancia estratégica en el control de la sierra de Guadarrama. Por ello, se trata de un yacimiento con diversas e intensas fases de ocupación. Lo que tenemos claro es que en un momento entre el siglo VIII-IX (periodo andalusí), se comienza a utilizar como espacio fortificado, que debía de ser un castillo muy bien defendido a finales del siglo XI, cuando el rey castellano Alfonso VI, conquista la Taifa Toledana en 1085.

Las excavaciones se están centrando en la última gran reforma del castillo, que podemos situar en la segunda mitad del siglo XV. Hemos conseguido identificar el acceso al alcázar, así como observar la existencia de un segundo piso en el interior de la fortaleza, que todavía se conserva. También hemos localizado un gran aljibe que aseguraba el aprovisionamiento de agua en momentos de asedio y un gran patio central que vertebraba el resto del recinto. Estamos pudiendo distinguir diversas fases constructivas, y podemos asegurar la existencia de una construcción previa del siglo XIII, con un importante conjunto torreado.

Para la caracterización y la documentación de la fortaleza hemos combinado una excavación arqueológica en extensión en el recinto exterior, con una amplia prospección en la que hemos empleado metodología arqueológica no invasiva, mediante un georradar 3D. Además, hemos empleado dos drones, uno de ellos con tecnología LIDAR, que nos han permitido delimitar el espacio de la medina. Esta se extendía a lo largo de 12 hectáreas.
Imagen LIDAR del Alcázar y de la Medina de Uceda.

– ¿Cuál es su importancia?

– Se trata de un conjunto medieval fosilizado muy interesante. En gran medida, porque a principios del siglo XVI se abandonó. La nueva villa se extendió fuera del recinto amurallado. Aunque gran parte de la antigua ciudad medieval fue expoliada durante siglos se encuentra, en gran medida, enterrada.

La fortaleza de Uceda era, además, uno de los castillos avanzados en la defensa de la Marca Media (espacio de frontera entre los territorios castellanos y andalusíes). Existen otros ejemplos en las provincias de Guadalajara y Madrid, pero sin ninguna duda, Uceda puede convertirse en uno de los más significativos, por su gran amplitud cronológica. Todavía era una fortaleza importante perteneciente al arzobispado de Toledo bajo el gobierno del Cardenal Cisneros, a principios del siglo XVI. De hecho, era uno de los puntos neurálgicos donde las autoridades eclesiásticas concentraban el cobro de impuestos y parte del ‘tesoro’, por considerar el recinto casi inexpugnable.

– ¿Cómo era esta medina? ¿Cómo se fue modificando?


– Uceda se integraba dentro de una red más amplia. No muy lejos se encontraba Talamanca del Jarama, Guadalajara, la propia Madrid. Tendría probablemente unas características bastante similares a otros conjuntos del periodo califal y taifa, como el de Alcalá la Vieja y sus arrabales. Sabemos, por las fuentes, la existencia de un recinto amurallado muy complejo, con barbacanas, torres albarranas, una gran puerta de acceso, que todavía se mantenía en pie durante el siglo XIX. Dentro del conjunto de la medina destacaba la iglesia románica de la Varga, uno de los ejemplos más notables de románico tardío de la provincia de Guadalajara. Conocemos también dos arrabales fuera del recinto amurallado, donde se concentraba una importante producción textil y también metalúrgica.

Está claro que uno de los problemas que tuvo la medina en la Baja Edad Media era su tamaño, y la necesidad de ampliarse más allá del recinto militar de la ciudad. Es el motivo principal por el que se fue construyendo extramuros una nueva villa.Vista aérea del Alcázar de Uceda.

– ¿Cuáles son los próximos pasos a seguir en esta investigación?

– A lo largo de las siguientes campañas seguiremos caracterizando la fortaleza bajomedieval, y definiendo también la posible existencia de un recinto andalusí. Pretendemos en 2023 iniciar la excavación del acceso principal. El objetivo es diseñar un modelo de difusión y musealización de los restos aparecidos a medio plazo. Esto significará que a partir de este año tendremos también que profundizar en una perspectiva interdisciplinar, que permita asegurar una protección de los restos, al mismo tiempo que aseguramos el acceso a ellos de manera sostenible. El papel de la UAH será crucial en esta fase. Al mismo tiempo, estamos realizando una intensa labor de Arqueología Pública, en la que participan activamente los habitantes de Uceda que se están convirtiendo en uno de los ejes fundamentales del proyecto. 
(Fuente: La Crónica)

23 de diciembre de 2022

Uceda, una medina oculta a los pies de Somosierra

Un proyecto arqueológico que lidera la Universidad de Alcalá ha permitido confirmar la secuencia histórica del asentamiento poblacional de época islámica en esta zona a caballo entre las provincias de Madrid y Guadalajara
Excavación del espacio extramuros del castillo-alcázar de Uceda (Guadalajara) Imagen: Universidad de Alcalá

Bajo el pueblo de Uceda, en la provincia de Guadalajara, hay todo un mundo. Los pobladores se han ido sucediendo desde la fundación de una ciudad árabe que, según los primeros cálculos, se habría extendido en unas diez hectáreas de territorio. Sobre sus restos crecería después una población medieval que mudó de aspecto hasta hoy.

“Estamos encontrando una gran diacronía, una secuencia histórica en la zona que nos permite saber cómo se fue trasladando la población desde la primera medina original”, explica Lauro Olmo, codirector del proyecto junto a Manuel Castro. Ambos investigadores son profesores en la Universidad de Alcalá (UAH) y buscan saber cómo han cambiado los poblamientos a los pies de la Sierra Norte de Madrid en lo que hoy es el límite con Guadalajara.

Parten de los datos del cercano yacimiento del Pontón de la Oliva. “Fue saqueado por los furtivos y explotado como cantera desde el siglo XIX”, asegura Manuel Castro. Seguramente sirvió para la construcción de la presa que hay en esta parte del río Jarama, que hoy está en desuso.

“No hay ninguna fase anterior al siglo VI, en época visigoda, así que lo lógico es pensar que la población se trasladó posiblemente a Uceda y que se convirtió en el asentamiento dominante en la zona durante época islámica y muy vinculada a la medina de Talamanca del Jarama”, cuenta Castro.

“Uceda ofrece una oportunidad muy significativa porque gran parte de la medina está fosilizada”, abunda el arqueólogo, aunque en la excavación todavía no han llegado a los niveles en los que están los restos islámicos que se conocen gracias al georradar. La medina tuvo una extensión de entre 10 y 12 hectáreas y, aunque en parte está ocupada por construcciones modernas, todavía conserva intacta una amplia zona.

En 2018 ya se llevó a cabo una primera prospección y en este 2022, durante tres meses, han excavado en el espacio extramuros de lo que primero fue alcazaba árabe y después castillo-alcázar, en las proximidades de la puerta que daba acceso a la fortificación.

En el siglo XV sitúan los investigadores el último momento de una gran reforma en el edificio antes de iniciar su declive. Fue intensa y supuso el desmantelamiento de la fortaleza medieval articulada entre los siglos XIII y XIV.

Los resultados han permitido confirmar que el momento de abandono de la fortaleza se inició a finales del siglo XVI, para convertirse en cantera. Pero, ¿qué paso a lo largo de ocho siglos?

La medina islámica
El origen de este pueblo de Guadalajara cercano a Torrelaguna (Madrid) está en la época de Al-Andalus. “Es uno de esos asentamientos urbanos de nueva planta que se fundaron en época andalusí”, explica Lauro Olmo.

Su nacimiento coincidió, además, con “la aparición de un nuevo modelo de ciudad en el siglo IX, durante la consolidación del Emirato omeya de Córdoba que incluía aldeas o alquerías como las llamaban los árabes. La de Uceda era la típica ciudad. Nuestra provincia siempre ha estado muy ligada al mundo árabe, incluso en la toponimia”, recuerda el arqueólogo que cita por ejemplo otros movimientos de población como el éxodo de los habitantes de la ciudad visigoda de Recópolis a la vecina Zorita de los Canes, la fundación de Madinat al-Faray (hoy Guadalajara), o los nuevos asentamientos de Sigüenza y Atienza.

El lugar de surgimiento de la medina no se elige al azar. Los romanos ya estuvieron allí antes, en un asentamiento a apenas dos kilómetros de lo que hoy es el pueblo de Uceda. Y además, muy cerca de allí hay otras dos importantes referencias poblacionales: el yacimiento de la Dehesa de la Oliva, en Patones o el de la medina de Talamanca del Jarama, ambos ya en la provincia de Madrid. “Es posible que desde ambos se produjera un éxodo de población hacia Uceda”, señala Olmo-Enciso quien destaca además la importancia de la vida en torno al río Jarama.

“Me gusta recordar que uno de los legados árabes fueron los grandes cultivos de huerta que es evidente en Uceda”, añade para matizar que “todo eso cambió con el efecto del Corredor del Henares, que ha dejado una estructura económica muy distinta en la actualidad”.
El alcázar y la ciudad medieval: el Arzobispado de Toledo guardaba allí su recaudación

Lauro Olmo-Enciso lamenta que la arqueología de Al-Andalus “no se prodiga demasiado en los proyectos de investigación ni tampoco la post medieval y resulta que en Uceda tenemos referencias de los siglos XIV, XV y XVI de gran trascendencia”.

De hecho, el proyecto investigador abarca varios momentos de la historia. Uceda era una amplia ciudadela medieval de 10 hectáreas y un punto estratégico en el control del paso de Somosierra que permitía el acceso entre la meseta sur y la norte. Era todavía un importante núcleo militar a principios del siglo XVI, momento en el que conservaba un importante arsenal y fue uno de los centros defensivos más importantes del Arzobispado de Toledo.

En el conjunto urbano destacaba la alcazaba, que en el lugar siempre se ha conocido como el Alcázar y después el castillo medieval.

Se conserva todavía parte de una imponente torre albarrana junto a los restos de un camino de origen medieval que permitía el acceso desde el Jarama y que aporta al castillo un importante valor paisajístico y ambiental para conocer el entorno a los pies de la Sierra Norte entre Madrid y Guadalajara.

“Las fuentes textuales nos hablan de diversas reconstrucciones y ampliaciones de la fortaleza entre los siglos XII-XV, sobre una fundación islámica”, explican los investigadores. Su función estratégica fue reforzada en el siglo XV por los sucesivos arzobispos que “convirtieron a la fortaleza en uno de los puntos fuertes donde se guardaba la recaudación fiscal”.

Aunque el castillo sufrió diversas reconstrucciones entre los siglos XIII-XIV, destacan las obras emprendidas por el díscolo arzobispo Alonso Carrillo de Acuña (1410-1482), que encargó que el alcázar se reforzara, preparándolo intensamente para el fuego de artillería además de ampliar su foso. Y es que “en el siglo XIII hubo un cambio en el concepto de las construcciones ofensivas”, detalla Olmo-Enciso.

Con la llegada de los Reyes Católicos, tras imponerse en la Guerra de Sucesión (1475-1479), se inició un largo periodo de abandono de un lugar que, por cierto, sirvió de encierro para personajes ilustres como el cardenal Cisneros a finales del siglo XV, y “tal vez” para el duque de Alba (1579-1580).

Las excavaciones realizadas en el interior del recinto han puesto de manifiesto la existencia de suelos que formaron parte de un segundo piso y un gran aljibe.

De momento, se ha trabajado en la identificación de algunos de los elementos más significativos de la alcazaba a través de una extensa prospección geofísica, mediante georradar. Eso ha permitido a los investigadores reconocer parte de la planta y el diseño original del castillo que permanece enterrado. Se ha confirmado, por ejemplo, la organización del edificio en torno a un gran patio central.

Después y gracias a drones de alta resolución, se ha podido identificar gran parte del espacio de la medina, mediante la creación de modelos 3D. Todo ello ha permitido encontrar un recinto amurallado que debió tener unas dimensiones de, al menos, 1,40 kilómetros.

Una iniciativa ciudadana
El pasado islámico de la provincia, arqueológicamente, ha permanecido siempre en un segundo plano, reconoce Lauro Olmo-Enciso. Con Uceda ha llegado la excepción y además gracias a la iniciativa ciudadana local: “Partió del propio Ayuntamiento de Uceda y eso no suele ser habitual”. El Consistorio financia parte del proyecto, además de la Junta de Castilla-La Mancha, la Universidad de Alcalá y no se descarta que se pueda sumar la Diputación de Guadalajara.

Además del ayuntamiento, los vecinos de este pueblo que no llega a los 3.000 habitantes se han volcado con los investigadores: “Los arqueólogos y los historiadores nos basamos en documentación científica, pero la colaboración de las gentes del lugar que te vienen a contar cosas, incluidas las tradiciones, es algo muy notable. Ha sido un entorno de trabajo muy agradable y potenciador”.

Ya les esperan para la próxima campaña que está prevista para la primavera de 2023. Se centrarán en la excavación de la puerta de acceso y en la identificación de la primera configuración de la fortaleza, cuya fundación se debió producir en época emiral (siglos VIII-IX) y ligada estrechamente con la medina de Talamanca del Jarama.

27 de octubre de 2022

Guadalajara, la medina islámica que desplazó a la ‘Complutum’ romana como centro de poder

Las monedas de cobre encontradas en varios yacimientos han arrojado nuevos datos sobre una ciudad que data de finales del siglo VIII y de la que todavía queda mucho por descubrir
El Ataifor de Guadalajara, una pieza de cerámica andalusí aparecida en la ciudad que permite ahondar en el pasado islámico de la ciudad y su entorno Foto: Junta de Castilla-La Mancha

Medio centenar de monedas de cobre han sido clave para que los investigadores hayan podido confirmar nuevos datos sobre el origen islámico de Guadalajara. Y es que el felús, la unidad más humilde del sistema monetario hispano-musulmán, resultó ser un elemento fundamental en el proceso de islamización de la Península Ibérica. Además, estas monedas de cobre, mucho más abundantes que las visigodas, marcaron el inicio de nuevas relaciones sociales o económicas a través de los zocos o mercados.

Ahora se sabe que el origen de la ciudad se remonta, al menos, al periodo comprendido entre los años 780 y 790 y que estaba vinculada al gobierno de los Banu Salim. Era un linaje beréber perteneciente a la tribu de los Masmuda que controlaba el territorio entre Guadalajara y Medinaceli (Soria).

El Museo de Guadalajara guarda una importante colección de monedas islámicas que ronda el medio centenar. “Gracias a su labor se ha podido determinar su procedencia. Todas disponen de su propia referencia topográfica. Se encontraron en yacimientos que son, incluso, anteriores a la propia fundación de la ciudad. Las hay que datan con anterioridad al gobierno de Abd al Rahman I (756-788)”, detalla Manuel Castro, profesor del área de Arqueología de la Universidad de Alcalá (UAH).

Hoy sabemos que desplazó a la urbe romana de Complutum (Alcalá de Henares). “Se creó un nuevo núcleo de poder territorial y urbano: la medina de Guadalajara. Y así sería hasta bien entrada la Baja Edad Media. Las monedas encontradas confirman eso ocurrió muy avanzado en el siglo VIII”, explica Castro.

“El siglo VIII es oscuro en lo histórico, pero sabemos que se fundaron otras medinas como la de Zorita de los Canes, en Guadalajara y Medinaceli, en Soria. Probablemente, ya estarían formadas o en proceso de consolidación definitiva, bajo el gobierno de Al-Hakam I (796-822)”. Lo hicieron, reconoce el investigador, “un poco antes de lo que hasta ahora pensábamos. E incluso antes que Madrid, que se fundó a mediados del siglo IX”.

Wād al-ḥaŷara -el nombre islámico más conocido de la hoy Guadalajara- no fue su primera denominación. En realidad, su nombre fundacional fue Madinat al-Faray.

Esa medina -como la actual Guadalajara- era una zona de paso, pero estratégica, ubicada junto al río Henares. “Sabemos que en la margen izquierda se funda una fortaleza islámica con funciones estratégicas no solo frente a enemigos externos, sino de control de la población y de los recursos interiores de Al-Andalus. Por ejemplo, el cobro de impuestos”.

Guadalajara, la Madinat al-Faray islámica, ciudad de la Marca o Frontera Media, aparece mencionada en las fuentes escritas árabes como centro secundario en relación con Toledo. “Tuvo zoco, un recinto amurallado con torres rectangulares -no necesariamente en el mismo lugar que la actual muralla- y en la segunda mitad del siglo IX fue una de las medinas más destacadas en el centro de la Península Ibérica porque tuvo una importante escuela de ulemas o doctores de la ley islámica”.

Manuel Castro explica además que en el lugar “solían parar las tropas procedentes de Córdoba para iniciar las aceifas o saqueos hacia el norte”.

Ricos yacimientos hasta ahora poco explorados
“La ciudad de Guadalajara es un auténtico yacimiento islámico y de otras épocas. Conocemos relativamente poco”, lamenta el investigador. Cree que “necesitaría un buen proyecto de investigación, al margen de las excavaciones de urgencia, junto a un plan de musealización de algunas áreas de la ciudad y de su entorno”, según propone.

Y es que la ciudad “fue un sitio estratégico por su elevación. Hoy la vemos como la vemos, pero en el siglo VIII su Alcázar, sobre una peña, permitía un control del territorio increíble”.

Si las fuentes escritas han sido importantes para ahondar en el pasado andalusí de Guadalajara, también lo son las muchas, aunque pequeñas, excavaciones realizadas tanto en la ciudad como su entorno en los últimos años y que han ido arrojando nuevos datos.

El arqueólogo alude en particular a la que se llevó a cabo en el año 2000 cuando se construía el túnel de Aguas Vivas, uno de los más importantes enlaces entre el casco antiguo y las nuevas zonas residenciales. “De allí salió una importante secuencia arqueológica que confirmó la ocupación de la ciudad en los siglos VIII y IX, de la que formó parte un singular tesoro de monedas de cobre o feluses”.

Otras excavaciones realizadas en el Real Alcázar de Guadalajara, que hoy es casi una ruina, sacaron a la luz más monedas, en este caso del siglo noveno. “Guadalajara era entonces la referencia urbana más importante de la zona. La siguiente era ya Medinaceli. Al menos hasta el siglo XI y XII. Cuando en 1085 cae Toledo, Guadalajara sigue siendo una plaza importante”.

Actualmente, coincidiendo con las obras del nuevo campus de la Universidad de Alcalá, se han descubierto restos arqueológicos de una necrópolis visigoda y medieval. “Es posible que también haya otros elementos islámicos relativamente próximos”.

El Ataifor de Guadalajara
Manuel Castro acaba de ofrecer una conferencia en el Museo de Guadalajara dentro del ciclo dedicado al recientemente descubierto Ataifor de Guadalajara, en la que reflexiona sobre el origen de la ciudad, a partir de un conjunto de conferencias, como resultado de una reciente exposición en torno a la excepcional pieza de cerámica andalusí, la más importante aparecida en muchos años, localizada durante unas obras en la ciudad.

“Tiene una especial belleza, realizada en la técnica conocida como verde y manganeso, que incluye una figura humana y eso era muy poco frecuente”, señala el arqueólogo. La pieza destaca por la representación de un jinete, algo muy poco frecuente en la iconografía islámica.

29 de agosto de 2022

Primera intervención arqueológica en el castillo de Uceda (Guadalajara)

Los trabajos van a incluir también el empleo de Nuevas Tecnologías. En este sentido, se espera la utilización de un Georradar que permita obtener una primera imagen del subsuelo, y que servirá de apoyo a la excavación arqueológica.
El proyecto, desarrollado en la parte técnica y metodológica desde la Universidad de Alcalá, ha significado la contratación de dos técnicos arqueólogos y cuatro operarios.

Entre el 22 de agosto y el 6 de octubre se desarrolla la I Campaña de Investigación Arqueológica en el entorno del Castillo de Uceda. La intervención se enmarca dentro de la colaboración entre el Ayuntamiento, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Universidad de Alcalá. Cuenta, además, con financiación conjunta del Plan Autonómico para la realización de Proyectos Arqueológicos y Paleontológicos 2022 y del propio Ayuntamiento.

El proyecto, desarrollado en la parte técnica y metodológica desde la Universidad de Alcalá, ha significado la contratación de dos técnicos arqueólogos y cuatro operarios.

La antigua alcazaba-castillo de Uceda es mencionada en las fuentes textuales árabes desde el siglo X, y supuso el núcleo desde el que se produjo el crecimiento primero de una medina, y posteriormente de una villa medieval, que dieron origen al actual núcleo urbano. Se conocen datos que indican, además, que el cerro pudo estar habitado desde la II Edad del Hierro (400-100 a. C.).

Los trabajos van a incluir también el empleo de Nuevas Tecnologías. En este sentido, se espera la utilización de un georradar que permita obtener una primera imagen del subsuelo, y que servirá de apoyo a la excavación arqueológica.

El objetivo de la intervención, que pretende continuar en el futuro, es doble. Por un lado, tener un mejor conocimiento del Patrimonio Histórico y Cultural de Uceda, y promover nuevos recursos que permitan el crecimiento del Turismo Cultural en el municipio, ampliando una oferta que aúne naturaleza e Historia.

21 de septiembre de 2020

Los arqueólogos inician la excavación en el eremitorio medieval de Pareja (Guadalajara)

Se trata de una cueva artificial -descubierta de forma casual- horadada en época visigótica y oculta por la vegetación en cuyo interior se vislumbra un arco tallado en la roca de excelente factura. 

El Ayuntamiento de la localidad alcarreña de Pareja acaba de iniciar los trabajos arqueológicos de un "excepcional y único elemento patrimonial e histórico" ubicado en la localidad, en las proximidades del río Ompólveda, toda vez que los correspondientes permisos y autorizaciones han sido concedidos.

Se trata de una cueva artificial, horadada con toda probabilidad en la Alta Edad Media, de época visigótica, en un afloramiento rocoso de arenisca, bastante oculto por la vegetación y muy colmatada por lodos, por lo que el acceso a su interior es impracticable. En el interior de la cavidad se puede vislumbrar un arco tallado en la roca de excelente factura.

La preparación y modificación del afloramiento rocoso en el que se localiza, al que se le ha sustraído material para generar una superficie vertical y plana, muestra la gran importancia de este lugar y lo cuidado de la estructura que esconde. Por las características que presenta, según los primeros informes arqueológicos encargados por el Ayuntamiento, podría tratarse de un eremitorio rupestre, si bien los referidos trabajos arqueológicos que ahora comienzan determinarán con precisión su origen. Los eremitorios eran lugares para habitar en recogimiento ubicados en parajes vistosos y apartados, próximos a ríos, generalmente en zonas elevadas.

DESCUBRIMIENTO CASUAL
La entrada de la cueva de Pareja fue descubierta por un vecino de la localidad que lo puso en conocimiento del Ayuntamiento, que inició los trámites legales y permisos oportunos para su adecuada excavación.

Asimismo, la singularidad del elemento, su estado de conservación y su localización en un paraje de gran belleza va a permitir la realización de una serie de actuaciones que permitirán incluir el eremitorio dentro de la oferta turística y patrimonial de Pareja. Dichas actuaciones se centrarán en el acondicionamiento de una senda para su acceso, la propia excavación arqueológica con las conclusiones correspondientes para su posterior musealización y puesta en valor con paneles explicativos y trípticos, así como su inclusión en la oferta turística de Pareja.

ELEMENTO SINGULAR
De hecho, tal y como corroboran los técnicos en los estudios arqueológicos previos realizados: "Se trata de un elemento de gran interés desde el punto de vista histórico-arqueológico así como turístico y patrimonial, esencialmente por su singularidad, presentando un estado de conservación tan excepcional que permitirá calificarlo como único en la provincia, y posiblemente en la Comunidad Autónoma".

El alcalde de Pareja, Javier del Río, ha destacado "la importancia de este hallazgo, que pronto catalogaremos, pondremos en valor e incluiremos en la oferta turística y patrimonial de nuestro pueblo, que se engrosa sustancialmente con este nuevo elemento".

23 de septiembre de 2019

Sale a la luz el acueducto romano de Caraca

El nuevo elemento descubierto en el yacimiento de Driebes (Guadalajara) era capaz de suministrar 114.000 litros de agua al día y es muy similar al de la ciudad romana de Segóbriga
Excavación del acueducto en la ciudad romana de Driebes. FOTO: MATÍAS NIETO
Hay mucho de imaginación en la arqueología: uno desentierra el tramo de un acueducto en medio de un secarral y, si sabe, puede reconstruir los tiempos pretéritos en los que esa zanja llevaba litros y litros de agua que daban de beber a las miles de gentes que habitaban a pocos kilómetros de ese punto, en una ciudad que hubo de ser próspera, pero que hoy yace enterrada bajo polvo y tierra. Todo esto es imaginación, claro, pero imaginación científica: esa que levanta imperios sobre materia rota y registros escritos… Hay que tener mucho de eso, suponemos, para pasarse el ecuador de agosto limpiando y catalogando restos romanos bajo el sol de Driebes (Guadalajara), en jornadas que empiezan a las siete de la mañana y terminan a la una y media de la tarde, justo antes, pero no mucho, de que uno termine derretido. Algo así debe de ser la vocación.

«Agosto no es el mejor momento para esto, pero la mayoría de excavaciones las hacen profesores de universidad, y es cuando ellos tienen vacaciones y cuando hacen las convocatorias de subvenciones de la junta de comunidades», explica Javier Fernández, codirector del proyecto que está rescatando la antigua ciudad romana de Caraca. Junto a su equipo sacó a la luz el acueducto del lugar entre los días 12 y 23 del pasado mes de agosto y confirmó su pálpito: se utilizaba para el consumo humano, por lo que la urbe no era solo un lugar de paso, una «mansio», sino una ciudad de estatus municipal y unos 1.800 habitantes, según sus cuentas. Era, también, el nudo de comunicación entre Segóbriga y Complutum (actual Alcalá de Henares) y formaba parte de la vía espartaria, que llegaba hasta Cartago Nova.

A simple vista, no parece mucho más que un pequeño canal de piedra 0 en el suelo. Pero los ojos del arqueólogo ven una obra de ingeniería compleja, capaz de superar la difícil orografía del lugar para suministrar 114.000 litros al día a Caraca. «Es un acueducto de albañilería, hecho con el cemento armado de los romanos, mezclando cal, arena y piedra. Es un reto técnico bestial, porque tienen que mantener una inclinación constante a lo largo de tres kilómetros. Creemos que lo hicieron los mismos que el de Segóbriga, porque es prácticamente idéntico», apunta Fernández. ¿Y cuánto tardaron? «No lo sabemos, pero no mucho, porque era una necesidad primaria. Y hay que tener en cuenta que los romanos montaban un campamento para cuatro mil personas en unas horas...».

En algunos tramos del acueducto hay pequeñas piscinas donde solo cubre el tobillo. Son la clave del descubrimiento. «Son piscinas limarias, que ralentizan la velocidad del agua y la filtran para que salga limpia. Por ellas sabemos que era apta para el consumo de los ciudadanos», continúa. El agua la «robaban» del manantial Lucos, un topónimo probablemente derivado de «lucus», que significa «bosque sagrado». Aunque hoy, sobre este terreno árido y seco, cuesta adivinar el bosque y lo sagrado es otro tema… Quizás fuera muy diferente en la época de los Flavios, allá por el año 69 de nuestra era, que es cuando se supone que se construyó este invento.

Un trabajo de años
Este es el último hallazgo de un trabajo de años, que va rescatando poco a poco un pedazo de nuestro pasado remoto, romano. Ya en el siglo XVI se hablaba de la ubicación de Caraca, conocida, entre otras cosas, por los testimonios de Plutarco, que maldecía a los «bárbaros» del lugar por esconderse en sus cuevas y dificultar su conquista. Había gente, incluso, que pensaba que era Guadalajara. Pero no era así. «El gran salto científico es que antes de 2016 no se tenía claro dónde estaba. Ahora ya no hay ninguna duda de que estaba aquí, en Driebes. También hemos encontrado estructuras muy importantes, como un mercado o un foro», asevera.

Este equipo de arqueólogos ha preparado el acueducto para que sea visitable, pues está prevista la creación de una ruta senderista que pase por estos restos romanos, y que se llamará «Entre agua y esparto». Pero no es el último paso, ni mucho menos, porque este paisaje esconde mucha Historia. «En Caraca todo está por excavar. Ya hemos visto restos de estructuras muy importantes con el georradar. Y en el extrarradio habrá más estructuras, como las termas públicas. Es una labor de generaciones... Yo me moriré y mis hijos no lo verán terminado», sentencia Fernández. Eso, claro, también es vocación.

10 de agosto de 2018

Salen a la luz las termas de la ciudad romana de Caraca

El equipo de arqueólogos del proyecto Driebes (Guadalajara) ha descubierto las termas de la ciudad de Caraca, durante la segunda campaña de excavaciones que se han llevado a cabo este verano en el yacimiento romano, situado en las proximidades del municipio de Driebes. Se trata de un edificio termal de carácter público de unos 900 m2 de superficie, ubicado en la zona noroeste de la ciudad.
Área del yacimiento romano de Caraca, cercana al foro donde se ubican las termas. FOTO: JCCM
Emilio Gamo, arqueólogo que dirige el proyecto arqueológico en los terrenos del Cerro de la Virgen de la Muela, asegura que “el hallazgo de unas termas públicas de grandes dimensiones confirma que Caraca fue una ciudad romana importante y demuestra la majestuosidad que alcanzó durante los siglos I-II d.C”.

Las termas, antecedente de los actuales balnearios, constituían uno de los espacios más significativos de las urbes romanas dentro del foro. Concebidos como lugar de reunión social, el centro termal se dividía en varias estancias que se distribuían en torno a un patio central (palestra). Alrededor de esta área se abría la sala de agua caliente (caldarium), la estancia de baños fríos (frigidarium), donde se podía practicar también la natación, debido a sus grandes dimensiones y la habitación de temperatura tibia (tepidarium). El complejo acuático se completaba con las tabernas en las que se vendía bebida y comida a los bañistas; los vestuarios (apodyterium) en los que los usuarios depositaban sus vestimentas, vigiladas por un esclavo y el baño de vapor (laconium).

En el caso de Caraca, los trabajos, que se han concentrado en una superficie de unos 200 metros cuadrados del total de 900 m2 de la extensión total que ocuparon, según estimaciones de los arqueólogos, revelan la existencia de unas termas públicas de diversas estancias. Según subraya Gamo, “las termas de Caraca funcionaron como lugar de encuentro de la comunidad y muestran aspectos interesantes como la cuestión de género, ya que eran utilizadas unos días por los hombres y otros por las mujeres”. Asimismo, añade “reflejan la extensión de la romanización entre la población y hasta qué punto los habitantes de la ciudad habían asumido las costumbres cotidianas de los romanos”.

Una vez concluyan las excavaciones en los terrenos privados del Cerro de la Virgen de la Muela el 10 de agosto, el equipo de arqueólogos analizará los materiales encontrados en el propio yacimiento arqueológico y en las instalaciones del Museo de Guadalajara. Estos trabajos aportarán más información acerca de la datación, las características y los usos que tuvieron estas termas en los primeros siglos de nuestra era. “Hemos actuado sobre una pequeña porción de las termas y necesitaremos de varias campañas para alcanzar una comprensión total de cómo eran y cómo funcionaron las termas en Caraca”.

Al margen de la presencia de estas termas públicas al noroeste de la ciudad romana, el director de la investigación explica a este digital que “existieron otras termas privadas en la ciudad, ubicadas en otra zona y destinadas a un uso particular”.

El hallazgo del edificio de las termas confirma nuevamente los datos que los técnicos obtuvieron mediante la tecnología del georradar a finales de 2016. Estos estudios describían una ciudad romana de unas 8 hectáreas, emplazada en la vía romana Complutum-Carthago Nova y habitada por unos 1800 habitantes hasta al menos el siglo II d.c.
Durante la primera campaña a pie de campo que se llevó a cabo en el verano de 2017, las exploraciones sacaron a la luz parte del foro romano. La plaza pública constó de mercado (macellum), otros edificios administrativos, las propias termas y el acueducto, localizados entre las dos calles principales de la ciudad romana, el decumano (norte-sur) y el cardo, de orientación de este a oeste, que se cruzaban perpendicularmente.

A lo largo de la segunda prospección arqueológica sobre la ciudad romana, conocida como ‘Urbanismo y territorio: excavación arqueológica del sector noroeste de Caraca’, el equipo arqueológico, formado por los docentes Javier Fernández y Emilio Gamo ha trabajado en un área cercana al foro junto con un grupo de ocho peones de Driebes, contratados, mediante un Plan de Empleo de la Junta de Castilla-La Mancha.

Para el arqueólogo Emilio Gamo “es satisfactorio haber descubierto las termas de Caraca, porque ratifican la relevancia que alcanzó esta ciudad en su época y nuestra voluntad es proseguir en el futuro con este proyecto”.

Esta campaña, cofinanciada por la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, el Ayuntamiento de Brea de Tajo y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara ha contado con una financiación de 22.000 euros. Durante la visita que el director provincial de Educación y Cultura, Faustino Lozano realizó a Caraca, a principios de agosto, destacó la importancia de este yacimiento para Driebes y para el conjunto de la provincia “desde el punto de vista cultural, histórico, patrimonial y también de impulso para el turismo y la economía de la zona, como ha demostrado el interés que han suscitado hasta la fecha las investigaciones realizadas”.
La jornada de puertas abiertas que el equipo de investigadores organizó el pasado 6 de agosto en el yacimiento suscitó una gran expectación de público, que, como ya ocurrió en 2017, se interesó por conocer en detalle los avances en las excavaciones arqueológicas.

TERRENOS PÚBLICOS
La propiedad de los terrenos sobre los que yace la ciudad de Caraca condicionará el futuro y el tiempo de ejecución de este proyecto arqueológico. En la actualidad, las 11 hectáreas de tierras de labor, ubicadas en el Cerro de la Virgen de la Muela, a unos 5 kilómetros al sur de la población de Driebes son de propiedad privada y se encuentran en manos de cinco propietarios.
El objetivo del Ayuntamiento de Driebes es adquirir una porción de seis hectáreas de la superficie sobre la que subyace Caraca. Pedro Rincón, alcalde del municipio driebano asegura a Henaresaldia.com que “las negociaciones con los propietarios marchan por buen camino y confío que a finales de año los terrenos sean públicos, porque esta nueva situación lo cambiaría todo y podríamos acceder a una mayor financiación para avanzar con las excavaciones”.

Mientras tanto, el hallazgo de Caraca ha revolucionado la vida cotidiana en Driebes, además de haberlo colocado en el mapa de la arqueología. “Caraca ha sido un revulsivo para la economía y el turismo de la población, los vecinos están ilusionados y me sorprende la cantidad de visitantes incluso extranjeros que han venido a visitarlo”, enfatiza el primer edil.
De cara al futuro, Rincón afirma que “estamos ilusionados con progresar, pero es fundamental que crezca el apoyo económico para que el yacimiento sea visitable en dos o tres años”, concluye el primer edil.

27 de abril de 2018

Las excavaciones en Driebes avalan la identificación de la ciudad romana de Caraca

Los directores de los trabajos de excavación, Emilio Gamo y Javier Fernández, han expuesto los resultados de la primera campaña de excavación llevada a cabo en la zona.
En 2016 se iniciaron las investigaciones sobre Caraca en la localidad de Driebes
Los primeros trabajos confirman la existencia en la zona de un núcleo urbano de los siglos I al II después de Cristo. Las catas efectuadas han permitido documentar la presencia de un foro y se ha registrado la existencia de columnas y un edifico público en dos platas superpuestas, según han detallado hoy los directores de la excavación. Asimismo, los arqueólogos han informado de que también se ha excavado un segmento del “decumano”, una de las principales vías de cualquier urbe romana.

Fue en el año 2016 cuando se iniciaron las tareas de investigación sobre Caraca en el propio terreno, junto a la Universidad Complutense de Madrid y con la financiación también del Gobierno regional, que destinó 3.572 euros al proyecto. Esa primera fase consistió en una prospección arqueológica y geotécnica mediante la técnica de georadar, de cuyos resultados se dedujo que los restos del cerro de la Muela correspondían a la primera ciudad de época romana localizada en Guadalajara. Situada en el ecuador de una de las principales vías de la época, la vía Complutum, que enlazaba la ciudad de Alcalá de Henares con Cartagena y a tan solo 40 kilómetros del yacimiento de Segóbriga (Cuenca), Caraca tuvo el estatus de municipio y alcanzó una población cercana a los 2.000 habitantes. Se calcula que el perímetro de la ciudad, que se cree pudo estar amurallada, alcanza las 8 hectáreas.

Este proyecto de investigación efectuó una evaluación mediante excavación arqueológica de la importancia del enclave con el objeto de mejorar su comprensión y facilitar su protección como conjunto patrimonial. La presente intervención registró la estratigrafía de la ciudad y permitió conocer las diferentes fases cronológicas del desarrollo urbanístico del enclave.

Las excavaciones arqueológicas en el Foro han permitido documentar un pórtico en su parte meridional y en su parte oriental un edificio de dos alturas, cuyo piso inferior estaba destinado a una taberna y su piso superior a juzgar por los restos constructivos tuvo probablemente una función pública.

Sobre la ubicación de esta ciudad ha habido un intenso debate científico. Durante los trabajos de construcción del canal de Estremera en 1945, en el cerro de la Muela se recuperó el Tesoro de Driebes, que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional, compuesto por piezas que alcanzan los 14 kilos de plata y que ya anunciaban lo que se podía encontrar en ese lugar. Posteriores prospecciones realizadas durante la década de los años 80 sobre el mismo terreno fortalecieron la hipótesis de que ese yacimiento podría ser Caraca.

Esta conferencia ha sido la segunda de dicho ciclo, ya que en marzo se celebró una sobre “Luces y Sombras de un yacimiento en la Serranía Alcarreña: Valdeherreros-La Azafuera (Riba de Saelices); el próximo 24 de mayo se pronunciará otra sobre “El cerro del castillo de Trillo. Control del territorio desde la ribera del Tajo” y el 21 de junio el tema de la conferencia será “El poblado prerromano de Olmeda de Cobeta: del símbolo al control del territorio”.

El ciclo se prolongará durante el otoño y así el 25 de octubre está previsto que la ponencia gire en torno a “Nuevos descubrimientos de la segontia medieval. La excavación en la iglesia de Santiago de Sigüenza”. El 15 de noviembre la cita versará sobre “Los orígenes del arte paleolítico en el centro de la Meseta castellana: La Cueva del reno (Valdesotos)” y el ciclo concluirá el 13 de diciembre, con una conferencia sobre “Descubriendo Arriaca: realidad y ficción”.

Importancia del yacimiento arqueológico de Driebes en el aspecto cultural, histórico, patrimonial y turístico

El delegado de la Junta en Guadalajara, Alberto Rojo, ha asistido a la conferencia y ha manifestado su interés en que estos trabajos permitan avanzar en la investigación por la importancia que ello tiene para la provincia “desde el punto de vista cultural, histórico, patrimonial y también de impulso para el turismo y la economía de la zona, como ya se ha demostrado con el interés que han suscitado las primeras investigaciones”.

La conferencia, en la que también han participado el director provincial de Educación, Cultura y Deportes, Faustino Lozano, y el alcalde de Driebes, Pedro Rincón, además de todo el equipo investigador del yacimiento, ha permitido conocer los resultados de esas primeras excavaciones que se llevaron a cabo el pasado año en el yacimiento de Caraca financiadas por el Gobierno regional, que destinó a los trabajos 15.973 euros, a través de la orden de subvenciones para la realización de proyectos de investigación del patrimonio arqueológico y paleontológico de Castilla-La Mancha.

Además de este proyecto, el Gobierno regional financió a través de esa orden siete más en la provincia de Guadalajara, con una subvención total próxima a los 94.000 euros. En el conjunto de la región, el montante destinado a investigaciones arqueológicas y paleontológicas rozó el medio millón de euros, algo que desde el equipo investigador de Driebes han calificado como “envidiable”.

El 8 de enero de este año, el Gobierno regional publicó una nueva orden de subvenciones destinadas al patrimonio arqueológico y paleontológico, cuya convocatoria está previsto que se resuelva en el mes de mayo.

A través de la subvención del Gobierno regional, se efectuaron excavaciones en la zona a lo largo de dos meses, para posteriormente llevar a cabo el trabajo de redacción de informes tras el estudio y análisis de los hallazgos y limpieza de los restos encontrados.

(Fuente: Guadaque.com)

9 de noviembre de 2017

Los sondeos desvelan diferentes periodos de ocupación en el castillo de Molina de Aragón (Guadalajara)

Un equipo plurinacional realiza la cuarta campaña de trabajo en la fortaleza y amplía la secuencia temporal del poblamiento de la ciudad
Los pequeños sondeos en el castillo de Molina de Aragón desvelan diferentes periodos de ocupación.
Un grupo de arqueólogos procedentes de diferentes universidades realiza trabajos de excavaciones arqueológicas en el castillo de Molina de Aragón, en la cuarta campaña de trabajo que se lleva a cabo en este conjunto fortificado, donde participa la Diputación de Guadalajara.

Durante diez días se está tratando de averiguar la secuencia de ocupación en esta zona centrada en un contexto doméstico, probablemente una casa con sus muros, arquitectura y tipo de vida cotidiana de finales de la Edad Media, que está sirviendo para "empezar a intuir el principio de una secuencia mucho más grande que nos va a llevar dando pasos hacia el pasado".

Así lo ha explicado el investigador de la Universidad de Granada y director de estas excavaciones, Guillermo García-Contreras, quien ha detallado que "el interés se centra, sobre todo, en los cambios medioambientales, en cómo se explotaban los recursos naturales, qué tipo de consumo había, cómo se configuró el paisaje y qué relaciones tenían las comunidades humanas con la naturaleza de cada uno de los periodos de la historia", ha informado la Diputación en una nota.

FASES DE OCUPACIÓN
García-Contreras ha explicado que, para estos trabajos, se parte "de pequeños sondeos, pequeñas catas, que nos han permitido ir reconocimiento distintas fases de ocupación apoyándonos en estudios previos que ya Jesús Arenas y otros investigadores hicieron en el castillo hace más de una década".

"En una segunda fase se hizo una gran prospección geofísica con magnetómetro de todo el recinto que nos permitió reconocer todas las estructuras que estaban enterradas", ha añadido.

Además, por último, "este año gracias a ese apoyo económico por parte de la Diputación y el apoyo del Ayuntamiento y del Museo de Molina y el Geoparque se empezaron a hacer los primeros sondeos para ir explorando qué tipo de ocupación había en todo este recinto fortificado que no era sino una villa de fronteras típica de la Edad Media, que es mucho más complejo que un castillo", ha completado.

El presidente de la Institución provincial, José Manuel Latre, que se ha trasladado hasta el castillo para conocer de primera mano el transcurso de los trabajos y los avances que se están produciendo, ha explicado que en el lugar trabajan personas de las universidades de Granada, de Reading (Inglaterra) y de Alcalá de Henares.

APOYO INSTITUCIONAL
Ha destacado, en este sentido, el apoyo institucional para seguir investigando "sobre nuestro pasado" en una zona tan singular como es el Geoparque de Molina de Aragón-Alto Tajo.

El alcalde de Molina de Aragón, también vicepresidente segundo y diputado delegado de Cultura, Jesús Herranz, ha incidido, por su parte, en el interés de los molineses y de su Ayuntamiento por saber que "pasó en el castillo" y de ahí que "se están sucediendo una serie de trabajos a los que se suma esta campaña".

"La UNESCO nos ha reconocido como el único Geoparque de toda Castilla-La Mancha y tenemos que profundizar en esta marca que hemos conseguido para poner de manifiesto de dónde venimos y saber a dónde queremos llegar", ha completado Herranz.

(Fuente: CLM24)

7 de agosto de 2017

La excavación en el yacimiento de Driebes descubrirá el foro de la ciudad romana de Caraca

Los trabajos arqueológicos, cuya primera fase acaba el 16 de agosto, se centran en recuperar dos espacios clave: la plaza pública y una de las vías principales. Los restos encontrados hasta ahora acreditan la existencia de la primera ciudad romana localizada en Guadalajara entre el siglo X a.C. y el siglo II d.C. Emilio Gamo, director de las excavaciones: “la campaña arqueológica está confirmando el hallazgo que detectó en febrero el georradar
Las excavaciones en el yacimiento de Driebes las dirige el equipo técnico encabezado por los arqueólogos Emilio Gamo y Javier Fernández. También participa un equipo multidisciplinar del que forman parte los también arqueólogos Saúl Martin y David Álvarez. FOTO: RAQUEL GAMO
“Caraca fue la primera ciudad romana con rango jurídico en la provincia de Guadalajara”. Así lo confirma Emilio Gamo, codirector del ‘Proyecto Driebes’, a eldiarioclm.es, después de que las excavaciones arqueológicas que actualmente se desarrollan al sur de la localidad de Driebes, en la comarca de la Alcarria Baja, hayan podido confirmar la existencia de este asentamiento de época romana, tal como apuntaba la investigación llevada a cabo mediante la técnica del georradar.

Caraca data del primer milenio antes de nuestra era. Y no es la única constatación fehaciente. Los trabajos a pie de campo, que se iniciaron a mediados de julio, han revelado los restos del pórtico y la cabecera del foro, una prueba que cumple con una de las mayores expectativas de esta investigación. “Nos encontrarnos ante la ciudad romana más primitiva de la provincia de Guadalajara”, admite el arqueólogo. De hecho, la existencia de un foro, centro de la vida social en el Imperio romano, es precisamente el criterio por el que se otorgaba el estatus de ciudad a una población.

El paisaje bajo el que yace Caraca es mesetario, casi lunar. Se trata del Cerro de la Virgen de la Muela, al sur del municipio de Driebes. Es un paraje a 600 metros de altitud, abierto, vasto, rodeado de barrancos esteparios, casi desérticos por la pobre vegetación de matorral. Este alto en el que también se emplazan los restos de la Ermita Nueva contrasta con la deliciosa imagen de la fértil vega, regada por el río Tajo que puede otearse en el horizonte. Una paleta de diversidad y cromatismo que tanto caracteriza a Guadalajara.

Pasear por esta loma es como reencontrase con la historia antigua y experimentar la sensación de caminar encima de unas termas o un mercado de época romana. La ubicación de la que fue la antigua Caraca hace que el viajero pueda toparse con todo tipo de vestigios. Por ejemplo, valiosas cerámicas, piedras de granito u otros objetos que formaban parte de la vida cotidiana de nuestros antecesores.

UNA CIUDAD MEDIANA
Caraca, según los especialistas que trabajan en su emplazamiento, debió de ser una ciudad mediana en su tiempo con una población de entre 1.500 y 1.800 habitantes. Otra relevante infraestructura que refuerza la hipótesis de que ésta se trataba de una urbe administrativa es el acueducto de tres kilómetros que abastecía a los pobladores desde el manantial de Lucus o ‘bosque sagrado’ en latín y que, gracias a la arqueología, se ha recuperado parcialmente.

El punto geográfico escogido por los romanos para construir Caraca no fue casual, como nada que tenga que ver con esta avanzada civilización que sentó las bases de la ingeniería civil hace 2000 años. Al contrario, el Cerro de La Muela, que es donde asienta, estuvo considerado, según puntualiza Emilio Gamo, una zona “estratégica” de la meseta sur desde donde la población dominaba el Tajo por el norte y controlaba diversos arroyos y vegas circundantes. Esta situación privilegiada permitió a los romanos, por un lado, defenderse de las invasiones enemigas y, por otro, abastecerse de abundante agua para sostener su próspera economía basada en la explotación del ‘lapis specularis’-mineral usado en el Imperio Romano para construir ventanas- y en la fabricación de esparto, una planta empleada antiguamente para la minería y la cordelería de los barcos.

De ahí que los romanos decidieran asentarse en Caraca, ciudad ubicada en la vía ‘Complutum-Carthago Nova’- principal centro portuario de la época-, a medio camino entre Alcalá de Henares (Complutum) y Segóbriga, otro yacimiento cercano en la provincia de Cuenca. “Probablemente la ciudad se abandonó en el siglo II después de Cristo por el fin de las actividades mineras que se llevaban aquí a cabo”, explica Gamo al hablar sobre el ocaso de Caraca.


"GRAN DESCUBRIMIENTO"
El yacimiento del cerro de la Virgen de la Muela está ubicado sobre un amplio cerro amesetado situado en la orilla derecha del Tajo, cuando traza un amplio meandro, y está delimitado por barrancos con un curso de agua irregular. Se sitúa una altitud de 610 metros y la extensión del yacimiento de época imperial es de al menos 8 hectáreas.

A nivel geológico, la zona a estudio está compuesta de gravas, arenas y limos del cuaternario Superior. Se trata de un área, por tanto, óptima para el asentamiento antrópico. Esta visión queda reforzada por la situación estratégica del enclave, dominando el Tajo desde el norte, el arroyo del Barranco al este, el arroyo Salobre al oeste y una fértil vega a sus pies, al sureste.

Juan Manuel Abascal, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Alicante, sostiene que Caraca “es, sin duda, el gran descubrimiento arqueológico de los últimos años en Castilla-La Mancha”. Especialmente, por la luz que arroja acerca “del trazado de las principales vías romanas a su paso por la actual provincia de Guadalajara”.

EQUIPO TÉCNICO
La campaña arqueológica en el yacimiento de Driebes está siendo ejecutada por un equipo técnico encabezado por los arqueólogos Emilio Gamo y Javier Fernández, y un equipo multidisciplinar del que forman parte los también arqueólogos Saúl Martin y David Álvarez. Además, un grupo de nueve peones naturales de Driebes, contratados mediante el Plan de Empleo de la Junta de Castilla-La Mancha, se encarga de excavar con pico y pala cada mañana durante seis horas en las tres catas que se han abierto en el yacimiento: dos en las que, según apuntan los estudios previos, se situaría el foro; y otra que pertenecería al ‘decumano’ o calle principal del enclave que se cruzaba perpendicularmente con el cardo, la otra gran vía del plano urbano que discurría de norte a sur de la ciudad.

El objetivo esencial del trabajo de campo que se llevará a cabo en el Cerro de la Virgen de la Muela hasta el próximo 16 de agosto es verificar los resultados del ‘georradar’ tridimensional que durante la fase previa de prospección arqueológica del terreno arrojaron “la presencia de una planta urbanística plenamente establecida en las dos calles principales de una ciudad romana, el foro, unas posibles termas y un posible ‘macellum’ o mercado”.

POBLADO CARPETANO ANTERIOR
En noviembre de 2016, el grupo de arqueólogos desarrolló una prospección arqueológica sobre 1,3 hectáreas del Cerro de la Virgen de la Muela a través de la tecnología del georradar con la que se determinó que estas ruinas correspondían probablemente a una población con su foro, sus termas y su acueducto, entre otros edificios. Se trataba de una ciudad romana reconstruida sobre un poblado carpetano existente anteriormente.

Tras varios meses, las expectativas depositadas por los arqueólogos en la información aportada por la técnica se van cumpliendo punto por punto. “De momento las excavaciones están confirmando lo que habíamos visto en las prospecciones”, reconoce Gamo. De este modo, la información que ofrezcan los restos hallados servirá para “analizar cómo se produjo el proceso de romanización en la provincia de Guadalajara y en Castilla-La Mancha”, mediante la evolución histórica de Caraca desde el primer mileno a.C. hasta el Siglo II d.C.

VISITA GUIADA
La primera visita guiada que el grupo de arqueólogos organizó al yacimiento el pasado jueves despertó una gran expectación. Contó con la participación de cerca de un centenar de visitantes de Driebes y otras localidades que, a pesar del incesante calor que caía sobre el cerro, no faltaron a la cita con Caraca. Esa misma tarde tuvo lugar otra visita por la tarde y, además, hay programadas otras dos: el día 10, organizada por la Asociación de los Amigos del Museo de Guadalajara y, al día siguiente, otra de la Asociación de Mujeres de Brea del Tajo.

Durante el recorrido por Caraca, Emilio Gamo describió con todo lujo de detalles los avances que se han alcanzado en apenas 20 días de trabajo. Y, aunque aún no hay nada asegurado y los especialistas recomiendan conceder tiempo y prudencia a las investigaciones, lo cierto es que los trabajos realizados hasta la fecha permiten alumbrar la esperanza sobre la confirmación de los hallazgos detectados por el georradar. En primer lugar, el arqueólogo se detuvo en las inmediaciones de la Ermita Nueva de Driebes, sobre la que aún perviven varias leyendas a su alrededor y desde donde puso en situación a los escuchantes sobre el contexto de la investigación.

PÓRTICO DEL FORO
En la primera cata que los técnicos han abierto en el yacimiento arqueológico, los trabajos se enfocan a encontrar una zona característica del foro: el pórtico. Según Gamo, “la presencia de un espacio diáfano, rodeado al sur por una columnata a modo de pórtico y al norte por dos habitáculos de grandes dimensiones al sur de la actual ermita hace pensar que podría tratarse de un foro”, es decir, el área pública y administrativa del núcleo.

En una segunda excavación, situada a escasos metros de la anterior, la investigación se propone “documentar una parte del ‘decumano’ cercana a su conexión con el cardo máximo”. Aquí se puede observar un rebaje de la calzada empedrada para la conducción de las aguas residuales, que ratifica la hipótesis del georradar de que en esta ciudad romana hubo un sofisticado sistema de alcantarillado. También es visible un muro que pudo pertenecer a una villa e incluso restos de una viga de madera que formaría parte de la sujeción de la citada casa.

Y, finalmente, en la tercera cata podría ubicarse un complejo de instituciones públicas, civiles o religiosas aún por determinar. “Hemos hallado todo lo que esperábamos y a partir de este momento pueden venir las sorpresas. Queremos llegar al nivel ocupacional de las catas y en este punto que alberga la cabecera del foro podríamos encontrar el Templo Imperial, la Curia o la Tesorería”, asegura Javier Fernández Ortea, codirector del ‘Proyecto Driebes’.


APOYO DE LA JUNTA
La ruta arqueológica culminó a la entrada de la antigua ciudad romana, una pronunciada pendiente desde donde se contempla idéntico paraje árido y desmochado. En medio de este entorno se conserva la vía que daba acceso al municipio, la conocida como Vía Espartaria, que se prolonga hasta llegar al río Tajo y sobre el que los romanos debieron construir un puente, hoy desaparecido. Caraca debió contar con una extensión de entre 8 y 12 hectáreas.

Entre los asistentes a la visita se encontraba Faustino Lozano, director provincial de Cultura, quien reiteró el compromiso del Gobierno regional con la continuación de las excavaciones arqueológicas “interesantes” que se están ejecutando en la provincia de Guadalajara. “Sigue habiendo mucha expectativa, pero hay que seguir con prudencia los trabajos cuya continuidad dependen de las subvenciones públicas que convoca anualmente la Junta. Es una pena que a veces algunos yacimientos se queden sin ayudas, porque Guadalajara es muy rica en estos recursos”, admitió.

FINANCIACIÓN DEL PROYECTO
La financiación de las excavaciones en el enclave de Caraca ha corrido a cargo de la Junta de Castilla-La Mancha, que ha aportado 16.000 euros; además de las aportaciones del Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajo y la Asociación de Amigos del Museo Provincial de Guadalajara. Mediante un canal de ‘crowdfunding’, destinado a incrementar los fondos para la investigación, se recaudaron 11.000 euros en solo tres meses, lo que da una idea del fervor que este hallazgo ha causado entre la población de Driebes y su entorno.
Pueblo ilusionado

“La gente de Driebes es sencilla y tiene una gran humanidad, un corazón muy grande. Somos especiales”. Así califica el alcalde, Pedro Rincón a sus conciudadanos. Y es que Driebes vive con enorme entusiasmo el hallazgo de la ciudad romana de Caraca, a escasos 6 kilómetros de este municipio de la Alcarria Baja, rayano con la Comunidad de Madrid.

Con un censo municipal de alrededor de 300 habitantes, la materialización de este hito arqueológico actuaría como foco cultural y turístico para atraer viajeros a toda la comarca. “De momento ya hemos ganado mucho. Recibimos la visita de gente de toda España y del extranjero, que pasan por el pueblo, preguntan, compran algo y eso da más vida al pueblo”, asegura el primer edil a eldiarioclm.es. En cuanto a los planes que imagina para Caraca, el regidor reconoce que “todos tenemos un sueño: que haya un centro de interpretación, un pequeño museo… pero todo esto depende de los resultados que vayamos obteniendo y de las ayudas”.

La entrega de los driebanos al proyecto para desenterrar a su ciudad romana del olvido encuentra un claro ejemplo en la solidaridad de los hermanos Ángel y Pedro Zorita, propietarios durante décadas de los terrenos bajo los que se asientan los vestigios de Caraca.

Ambos se los compraron a una monja de Driebes en 1979 y, según cuenta, siempre sospecharon que “ahí debajo” había algo extraordinario. “Vaya campos más malos que hemos hecho, no salen más que piedras”, le decía Ángel a su hermano. Casi 40 años después, el mayor de los hermanos Zorita, de 82 años, cree que el proyecto “tiene buena pinta”. Los dos han colaborado con la causa cediendo sus dominios agrícolas. La participación de su hijo y su nieto en las excavaciones demuestra la ligazón que existe entre el pueblo de Driebes y Caraca, convertida desde este año en un insólito aliciente en la oferta cultural y turística de Guadalajara en el futuro.

31 de julio de 2017

La ciudad perdida de Caraca resurge del olvido en Driebes (Guadalajara)

Desde el pasado 17 de julio los arqueólogos sacan a la luz estructuras de esta urbe romana, nudo importante de comunicaciones en la vía de Complutum a Segóbriga camino a Cartago Nova
El georadar desveló las estructuras urbanas de la ciudad romana que antes fue un oppidum carpetano. 
Desde el cerro de la Virgen de la Muela no se divisa ni un pueblo, ni una casa aislada, nada. Driebes, la localidad más cercana, se encuentra a unos seis kilómetros de carretil de piedras, polvo y matojos. En este paraje olvidado de Guadalajara hoy solo quedan en pie las ruinas de la antigua ermita que da nombre al lugar, en medio de un extenso campo de cereal recién cosechado. En otro tiempo, sin embargo, aquí se levantaba la ciudad de Caraca, una importante urbe de la Hispania romana a la que acudían las gentes del entorno para ir al mercado, al foro o al templo. La empinada cuesta que baja hasta el Tajo era entonces un transitado tramo de la calzada romana que conducía a Cartago Nova (Cartagena).

«Donde ahora pisamos debía de estar el foro», indica el arqueólogo Emilio Gamo, mientras muestra el plano con los resultados del georradar y drones que sirvieron en febrero para anunciar el descubrimiento de esta ciudad perdida que citaron Plutarco o Ptolomeo, equidistante de Complutum (Alcalá de Henares) y Segóbriga (Saelices, Cuenca), según el Anónimo de Rávena.

Se la había situado anteriormente en lugares como Almoguera o Tarancón, pero el hallazgo en 1945 de un tesorillo de plata de unos 14 kilos durante la construcción del canal de Estremera hizo sospechar de la existencia de un yacimiento en Driebes. Los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal defendieron en los años 80 que se trataba de la ciudad romana de Caraca, pero hasta ahora nunca se había excavado en este lugar.

El georradar reveló que ante la ermita se extendía antiguamente un espacio diáfano, rodeado por una columnata a modo de pórtico. De ratificarse la existencia allí de un foro, como estos datos sugieren, se habrá dado con la primera ciudad romana de la que se tiene constancia en la provincia de Guadalajara.

Las excavaciones que se están llevando a cabo desde el 17 de julio vienen a confirmar el diagnóstico al que llegaron los arqueólogos. «Empezamos a constatar estructuras y una serie de materiales que ratifican los resultados que dio el georradar en la campaña precedente», subraya Javier Fernández Ortea, coodirector del proyecto junto con Gamo.

En las dos catas abiertas, ya se aprecian con claridad algunos muros de antiguas edificaciones públicas romanas, aunque aún es pronto para poder identificarlas como parte del foro y para datar la época en que éste fue erigido, un dato clave para saber cuándo esta población fue promocionada jurídicamente como ciudad romana.

Hay una tercera cata señalada, en el cruce del cardo y el decumano, las dos coordenadas que vertebraban toda urbe romana. Allí el georradar indica que podría conservarse un empedrado con un sistema de alcantarillado. Si es así, servirá para verificar hasta qué nivel de desarrollo llegó Caraca.

Con estas primeras intervenciones quirúrgicas, el equipo interdisciplinar que dirigen Gamo Pazos y Fernández Ortea pretende registrar la estratigrafía de la ciudad y conocer así la evolución histórica de este lugar que se cree que estuvo habitado desde comienzos del primer milenio antes de Cristo y fue un «oppidum», un asentamiento carpetano antes de la romanización.


UNA CIUDAD DE 1.800 HABITANTES
La ciudad, de unas 8 hectáreas en el perímetro que creen que pudo estar amurallado y otras cuatro de zona anexa, se abastecía de agua a través de un acueducto de tres kilómetros del que quedan unos 130 metros, según han podido comprobar los arqueólogos en las proximidades del cerro de la Virgen de la Muela. Calculan que llevaba 1,3 litros por segundo, lo que les lleva a pensar en una población de entre 1.500 y 1.800 habitantes.

Bajo el sol de justicia que cae sobre el yacimiento, Javier Fernández comenta que en época romana el clima era más húmedo y había más vegetación. «Posiblemente era un lugar más habitable y había más densidad de población en esta zona hace 2.000 años que ahora», dice.

La ciudad contó con templos, que estarían ubicados bajo la actual ermita derruida, con posibles termas y con un macellum (mercado) donde acudían los campesinos y artesanos de los alrededores para comprar y vender. «Debió de ser una ciudad como Valeria o Ercávica», apunta Gamo haciendo referencia a dos yacimientos romanos de Cuenca.

El arqueólogo de la UNED explica que por su posición estratégica sobre la vera del Tajo y la presencia de atochas en la zona, creen que se dedicaba a la explotación del esparto, tan apreciado en la época por su uso para confeccionar cabos para la navegación o la minería, o para usos cotidianos (calzado, cestas...).

Caraca se destacó también por la exportación del lapis specularis o espejuelo, un yeso traslúcido y brillante que los romanos utilizaron en sus ventanas antes del vidrio. «Quizá el declive del uso del lapis specularis tuvo relación con el abandono de Caraca en el siglo II d.C.», sugiere el arqueólogo Saúl Martín.


UN CSI ARQUEOLÓGICO
Los peones que ayudan en la excavación acaban de encontrar un fragmento de interés y requieren el examen de Gamo, que explica: «Esto es como en CSI, investigamos cada pieza, cada detalle, solo que no es una escena de un crimen».

Excavar en un yacimiento virgen como el de Caraca permite estudiarlo desde cero, documentando de forma exhaustiva cada hallazgo, con el apoyo de modernos métodos como el sistema de información geográfica del Instituto Geográfico Nacional o los sistemas de información geocientífica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El equipo multidisciplinar cuenta con la ayuda de especialistas en inscripciones latinas, expertos en gestión del patrimonio y especialistas del IGME, así como con la financiación de la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajoy y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.

Los arqueólogos confían que Caraca arroje luz sobre un periodo histórico aún en parte desconocido. Es «otra tesela más en ese mosaico tan complejo de la romanización en el interior peninsular», subraya Fernández Ortea.

Hasta el 17 de agosto removerán la tierra en busca de cuanta información logren obtener, pero parte de Caraca siempre ha estado ahí, a la vista de cualquiera. En la construcción de la ermita de la Virgen de la Muela en el siglo XVI se reutilizaron fustes de columna que aún permanecen encajados en las paredes, uno incluso numerado con un cinco romano.

En las laderas del cerro, es fácil ver grandes piedras que formaron parte de edificios públicos de relevancia. Los agricultores las fueron arrojando a un lado cada vez que daban con alguna que les impedía arar el campo. No es ésa una buena tierra para cultivar. Allí donde antes se empedró una calle o se levantó una vivienda no crece igual el cereal.

El cerro de la Virgen de la Muela donde el pastor Mariano Vadillo jugaba solo en su niñez con aquellas piedras y trozos cerámicos de los que desconocía su origen, acapara ahora el interés de lugareños y curiosos, tanto que la Guardia Civil patrulla a menudo por los alrededores, no sea que una porción de la Hispania romana acabe olvidado en la vitrina de algún desaprensivo sin revelar sus secretos.


EL TESORO ESCONDIDO A FINALES DEL S. III a.C.
Durante la construcción del canal de Estremera en 1945 se descubrió en un talud del cerro de la Virgen de la Muela un tesorillo de plata de más de 13 kilos en forma de tortas, lingotes y fragmentos de adornos (torques, brazaletes, varillas, sortijas y fíbulas) que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional. Son piezas de cultura carpetana, datadas entre los siglos IV y III antes de Cristo o principios del II a.C. «El peso de las tortas, entre 448 y 455 gramos y sus particiones indican que utilizaban un sistema metrológio estandarizado, similar al de Cancho Roano», se indica en la vitrina que contiene las piezas halladas en Driebes. Los fragmentos completarían el valor de su peso en una transacción comercial. Las monedas constituyen solo una pequeña parte del tesoro y en su mayoría están partidas, pues se usaron como pequeños lingotes. Algunas proceden de Cartago y por su datación se ha podido fechar cuándo se ocultó el tesoro, ya que las más modernas fueron acuñadas a finales del siglo III a.C.

La pieza más relevante del tesoro es una fíbula que debió de ser emblema de un personaje de la aristocracia. Muestra un personaje con casco y torques en el pie y una escena simétrica de un felino que devora una cabeza humana en el puente. Ésta representaría a un jefe guerrero que al ser comido por el león se convierte en héroe. Cuando se descubrió, el arqueólogo Julián San Valero Aparisi la llamó «Fíbula de Hércules», creyendo que la imagen del puente representaba al héroe griego vestido con la piel del león de Nemea.

9 de mayo de 2017

Recópolis llega a la Universidad de Harvard

La ciudad visigoda está cambiando la idea sobre la ciudad europea de comienzos de la Edad Media (siglos VI al VIII d. C.), época considerada hasta el momento como decadente y oscura. Los expertos analizan los últimos descubrimientos en el yacimiento.
Los hallazgos en la ciudad han sido posibles gracias al empleo de nuevas tecnologías y herramientas metodológicas.
La Universidad de Harvard ha sido la sede de un encuentro internacional de expertos dedicado a analizar los excepcionales hallazgos realizados en el yacimiento arqueológico de la ciudad visigoda de Recópolis en Zorita de los Canes, (Guadalajara) durante los años 2015 y 2016.

Dicho encuentro ha sido organizado por la propia Universidad de Harvard y la de Alcalá de Henares (UAH) que, junto a la Universidad de Frankfurt y más recientemente el Instituto Tecnológico de Massachusetts, son las entidades encargadas de llevar a cabo la investigación arqueológica, ha informado hoy la UAH en una nota.

Investigadores procedentes de los campos de las ciencias naturales, humanísticas, aplicadas y nuevas tecnologías han presentado los resultados de este proyecto internacional, que contribuyen a resaltar cómo Recópolis está cambiando la idea sobre la ciudad europea de comienzos de la Edad Media (siglos VI al VIII d. C.), época considerada hasta el momento como decadente y oscura.

En este sentido, el profesor de la UAH que codirige el proyecto, Lauro Olmo, ha indicado que «estas investigaciones confirman cómo Recópolis fue una ciudad excepcional, con una densidad de edificios inusual para la Europa de la época, y muestran la importancia del trabajo interdisciplinar y con nuevas tecnologías para el estudio del pasado».

NUEVAS TECNOLOGÍAS
Y ha abundado que los hallazgos únicos localizados en esta ciudad visigoda han sido posibles gracias a la aplicación de nuevas tecnologías y herramientas metodológicas, como la prospección arqueológica geomagnética, la extracción de muestras por vibracoring, la espectroscopia de fluorescencia de rayos x (XRF) o las analíticas arqueobiológicas, y al trabajo de arqueólogos, historiadores, geólogos, biólogos, químicos e ingenieros.

Así, ha detallado que la prospección geomagnética, una técnica no intrusiva, ha revelado la existencia de nuevas zonas palaciales con relevantes construcciones, manzanas de viviendas de grandes dimensiones junto a otras más modestas de diferentes tipos.

DENSO TRAZADO URBANO
Todo esto documenta lo que fue «un denso trazado urbano», según Olmo, quien ha precisado que también en las áreas suburbanas, al exterior de la muralla, se ha descubierto la presencia de construcciones de la época alineadas con las vías de salida de la ciudad, así como obras de infraestructura ligadas a antiguos cauces del río Tajo.

«El hallazgo de nuevos poblados, aldeas y granjas construidas en el entorno de la ciudad, unido a datos sobre la organización del espacio agrario, ayudan a entender cómo la fundación de Recópolis vertebró una nueva organización del hábitat y de los espacios productivos», ha agregado el arqueólogo.

Asimismo, la investigación realizada por sondeos por vibracoring, por XRF y analíticas radiocarbónicas ha ampliado la visión del paisaje a través del hallazgo de nuevas estructuras, existencia de cambios en la morfología del terreno, posibles cauces antiguos de un curso cambiante del río Tajo y una nueva organización de los espacios agrarios y ganaderos.

Los análisis sobre las técnicas constructivas presentes en la ciudad han ofrecido datos sobre la composición y lugar de procedencia de los materiales, pero también sobre su posible aplicación en la fabricación de materiales actuales, como ladrillos, desde criterios sostenibles.

(Fuente: ABC)

21 de febrero de 2017

Sale a la luz la ciudad romana de Caraca, en Driebes (Guadalajara)

La ciudad se extendería sobre 12 hectáreas en las que el georradar ha descubierto calles, termas, viviendas, acueducto y un foro. Los investigadores datan su existencia entre los siglos IV y II d.C. y estiman que llegó a tener una población de 2.000 habitantes 
El georadar ha desvelado la existencia de un trazado urbano y la existencia de grandes edificaciones en Diebres.
Un equipo multidisciplinar de investigadores y arqueólogos ha descubierto una ciudad romana bajo tierra en perfecto estado de conservación en el municipio de Driebes (Guadalajara). Los trabajos empezaron en octubre y gracias a la utilización de tecnología como el georradar han concluido que bajo la tierra, apenas a 70 centímetros hay una ciudad con sus calles, el foro, termas, viviendas y templos.

La ciudad romana de Caraca podría estar en el Cerro Virgen de la Muela, en Driebes. El hallazgo ha sido realizado por un grupo de expertos que ha conseguido documentar la existencia de varias estructuras en el subsuelo que podrían conformar una ciudad romana de 12 hectáreas en perfecto estado.

Entre las estructuras enterradas podrían encontrarse un foro porticado, diversas manzanas de viviendas y posiblemente un mercado y unas termas. Incluso se han encontrado restos de un acueducto, que por su tamaño, han permitido documentar que en esa ciudad vivían alrededor de 2000 personas.


Esta ciudad, de tipo medio, supone un gran descubrimiento y tiene una importancia similar a la ciudad romana de Segóbriga, en Cuenca. Así lo asegura Javier Fernández Ortea, codirector del proyecto que asegura estar muy feliz con el hallazgo. “Esto ha sobrepasado las expectativas que teníamos. Las impresiones eran buenas pero la verdad es que es algo excepcional para nosotros”

Las labores de campo, financiadas a través de una subvención de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, se iniciaron en octubre de 2016. Los investigadores han utilizado diversas técnicas para estudiar la zona. Entre ellas destaca el uso, en el mes de noviembre, de un georadar 3D que fue utilizado para detectar la existencia de muros enterrados en el subsuelo. Este aparato emite ondas que rebotan si encuentran elementos grandes enterrados sin necesidad de realizar una excavación. Con esta prueba se ha podido hacer un plano bastante aproximado de la ciudad que permanece enterrada. “Hemos hecho un scanner del suelo y nos ofrece todo un plano del urbanismo de la ciudad. Ahí podemos ver el foro, las termas, el mercado...”- señala Javier Fernández. Un plano que todavía no se ha hecho público.

EN SEIS MESES PODRÍAN EMPEZAR LAS EXCAVACIONES
Tras la elaboración de este plano ya se está poniendo en marcha la segunda fase que pasará por excavar el terreno para confirmar lo que el georadar ha desvelado. “Es un lugar con una importancia histórica muy importante y además hay un compromiso de las administraciones, principalmente del Ayuntamiento de Driebes, para llevarlo a cabo”- afirma Javier Fernández. La idea es que en seis meses puedan empezar los trabajos.

Las excavaciones se realizarán a través de un plan de empleo que pondrá en marcha el propio ayuntamiento de Driebes y con la colaboración económica de la Junta de Comunidades. De hecho hace unos días hubo una reunión en el pueblo para hablar del tema, encuentro en el que estuvo presente la Directora General de Turismo de Castilla La Mancha, Ana Isabel Fernández, junto a diversos responsables regionales de bienestar social y empleo.

A largo plazo el objetivo es convertir esta ciudad en un lugar visitable y que se transforme en un polo de atracción turística similar a Recópolis, reconoce Javier Fernández.

ZONA RICA EN YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS
La zona del hallazgo es especialmente rica en yacimientos arqueológicos. En un cerro continuo hay restos de una necrópolis visigoda y de otra celtibérica. Además en los años 40, al realizar las obras del canal de Estremera, se encontró un lote de piezas de orfebrería datadas en el siglo III antes de Cristo. Ese lote se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y fue uno de los avisos de que en la zona podría encontrarse un gran asentamiento romano. “Ese fue uno de las indicios -reconoce Javier Fernández - pero además realizamos un proyecto de romanización de la provincia y nos llamó la atención por la gran cantidad de materiales que había en superficie en esa zona. Eran densidades muy potentes. Yo no había visto nada igual… El caso es que cada vez que volvíamos encontrábamos un evidencia nueva: grandes sillares que nos hablaban de edificios públicos.. Estaba claro que era algo más que un yacimiento cualquiera.”

La investigación, que ha sido dirigida por Emilio Gamo Pozas, profesor de la UNED de Madrid, y Javier Fernández Ortea, gestor del Monasterio de Monsalud, ha contado con la participación de numerosos profesionales del mundo de la arqueología, la historia, las matemáticas e, incluso, con expertos en Física de la Tierra y Geodesia.

El hallazgo será presentado públicamente en las próximas semanas en, al menos, dos actos. El primero tendrá lugar el 9 de marzo en el Palacio del Infantado y el segundo el 18 de marzo en la Casa de la Cultura de Driebes.