google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Javier Fernández Ortea
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31 de julio de 2017

La ciudad perdida de Caraca resurge del olvido en Driebes (Guadalajara)

Desde el pasado 17 de julio los arqueólogos sacan a la luz estructuras de esta urbe romana, nudo importante de comunicaciones en la vía de Complutum a Segóbriga camino a Cartago Nova
El georadar desveló las estructuras urbanas de la ciudad romana que antes fue un oppidum carpetano. 
Desde el cerro de la Virgen de la Muela no se divisa ni un pueblo, ni una casa aislada, nada. Driebes, la localidad más cercana, se encuentra a unos seis kilómetros de carretil de piedras, polvo y matojos. En este paraje olvidado de Guadalajara hoy solo quedan en pie las ruinas de la antigua ermita que da nombre al lugar, en medio de un extenso campo de cereal recién cosechado. En otro tiempo, sin embargo, aquí se levantaba la ciudad de Caraca, una importante urbe de la Hispania romana a la que acudían las gentes del entorno para ir al mercado, al foro o al templo. La empinada cuesta que baja hasta el Tajo era entonces un transitado tramo de la calzada romana que conducía a Cartago Nova (Cartagena).

«Donde ahora pisamos debía de estar el foro», indica el arqueólogo Emilio Gamo, mientras muestra el plano con los resultados del georradar y drones que sirvieron en febrero para anunciar el descubrimiento de esta ciudad perdida que citaron Plutarco o Ptolomeo, equidistante de Complutum (Alcalá de Henares) y Segóbriga (Saelices, Cuenca), según el Anónimo de Rávena.

Se la había situado anteriormente en lugares como Almoguera o Tarancón, pero el hallazgo en 1945 de un tesorillo de plata de unos 14 kilos durante la construcción del canal de Estremera hizo sospechar de la existencia de un yacimiento en Driebes. Los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal defendieron en los años 80 que se trataba de la ciudad romana de Caraca, pero hasta ahora nunca se había excavado en este lugar.

El georradar reveló que ante la ermita se extendía antiguamente un espacio diáfano, rodeado por una columnata a modo de pórtico. De ratificarse la existencia allí de un foro, como estos datos sugieren, se habrá dado con la primera ciudad romana de la que se tiene constancia en la provincia de Guadalajara.

Las excavaciones que se están llevando a cabo desde el 17 de julio vienen a confirmar el diagnóstico al que llegaron los arqueólogos. «Empezamos a constatar estructuras y una serie de materiales que ratifican los resultados que dio el georradar en la campaña precedente», subraya Javier Fernández Ortea, coodirector del proyecto junto con Gamo.

En las dos catas abiertas, ya se aprecian con claridad algunos muros de antiguas edificaciones públicas romanas, aunque aún es pronto para poder identificarlas como parte del foro y para datar la época en que éste fue erigido, un dato clave para saber cuándo esta población fue promocionada jurídicamente como ciudad romana.

Hay una tercera cata señalada, en el cruce del cardo y el decumano, las dos coordenadas que vertebraban toda urbe romana. Allí el georradar indica que podría conservarse un empedrado con un sistema de alcantarillado. Si es así, servirá para verificar hasta qué nivel de desarrollo llegó Caraca.

Con estas primeras intervenciones quirúrgicas, el equipo interdisciplinar que dirigen Gamo Pazos y Fernández Ortea pretende registrar la estratigrafía de la ciudad y conocer así la evolución histórica de este lugar que se cree que estuvo habitado desde comienzos del primer milenio antes de Cristo y fue un «oppidum», un asentamiento carpetano antes de la romanización.


UNA CIUDAD DE 1.800 HABITANTES
La ciudad, de unas 8 hectáreas en el perímetro que creen que pudo estar amurallado y otras cuatro de zona anexa, se abastecía de agua a través de un acueducto de tres kilómetros del que quedan unos 130 metros, según han podido comprobar los arqueólogos en las proximidades del cerro de la Virgen de la Muela. Calculan que llevaba 1,3 litros por segundo, lo que les lleva a pensar en una población de entre 1.500 y 1.800 habitantes.

Bajo el sol de justicia que cae sobre el yacimiento, Javier Fernández comenta que en época romana el clima era más húmedo y había más vegetación. «Posiblemente era un lugar más habitable y había más densidad de población en esta zona hace 2.000 años que ahora», dice.

La ciudad contó con templos, que estarían ubicados bajo la actual ermita derruida, con posibles termas y con un macellum (mercado) donde acudían los campesinos y artesanos de los alrededores para comprar y vender. «Debió de ser una ciudad como Valeria o Ercávica», apunta Gamo haciendo referencia a dos yacimientos romanos de Cuenca.

El arqueólogo de la UNED explica que por su posición estratégica sobre la vera del Tajo y la presencia de atochas en la zona, creen que se dedicaba a la explotación del esparto, tan apreciado en la época por su uso para confeccionar cabos para la navegación o la minería, o para usos cotidianos (calzado, cestas...).

Caraca se destacó también por la exportación del lapis specularis o espejuelo, un yeso traslúcido y brillante que los romanos utilizaron en sus ventanas antes del vidrio. «Quizá el declive del uso del lapis specularis tuvo relación con el abandono de Caraca en el siglo II d.C.», sugiere el arqueólogo Saúl Martín.


UN CSI ARQUEOLÓGICO
Los peones que ayudan en la excavación acaban de encontrar un fragmento de interés y requieren el examen de Gamo, que explica: «Esto es como en CSI, investigamos cada pieza, cada detalle, solo que no es una escena de un crimen».

Excavar en un yacimiento virgen como el de Caraca permite estudiarlo desde cero, documentando de forma exhaustiva cada hallazgo, con el apoyo de modernos métodos como el sistema de información geográfica del Instituto Geográfico Nacional o los sistemas de información geocientífica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El equipo multidisciplinar cuenta con la ayuda de especialistas en inscripciones latinas, expertos en gestión del patrimonio y especialistas del IGME, así como con la financiación de la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajoy y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.

Los arqueólogos confían que Caraca arroje luz sobre un periodo histórico aún en parte desconocido. Es «otra tesela más en ese mosaico tan complejo de la romanización en el interior peninsular», subraya Fernández Ortea.

Hasta el 17 de agosto removerán la tierra en busca de cuanta información logren obtener, pero parte de Caraca siempre ha estado ahí, a la vista de cualquiera. En la construcción de la ermita de la Virgen de la Muela en el siglo XVI se reutilizaron fustes de columna que aún permanecen encajados en las paredes, uno incluso numerado con un cinco romano.

En las laderas del cerro, es fácil ver grandes piedras que formaron parte de edificios públicos de relevancia. Los agricultores las fueron arrojando a un lado cada vez que daban con alguna que les impedía arar el campo. No es ésa una buena tierra para cultivar. Allí donde antes se empedró una calle o se levantó una vivienda no crece igual el cereal.

El cerro de la Virgen de la Muela donde el pastor Mariano Vadillo jugaba solo en su niñez con aquellas piedras y trozos cerámicos de los que desconocía su origen, acapara ahora el interés de lugareños y curiosos, tanto que la Guardia Civil patrulla a menudo por los alrededores, no sea que una porción de la Hispania romana acabe olvidado en la vitrina de algún desaprensivo sin revelar sus secretos.


EL TESORO ESCONDIDO A FINALES DEL S. III a.C.
Durante la construcción del canal de Estremera en 1945 se descubrió en un talud del cerro de la Virgen de la Muela un tesorillo de plata de más de 13 kilos en forma de tortas, lingotes y fragmentos de adornos (torques, brazaletes, varillas, sortijas y fíbulas) que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional. Son piezas de cultura carpetana, datadas entre los siglos IV y III antes de Cristo o principios del II a.C. «El peso de las tortas, entre 448 y 455 gramos y sus particiones indican que utilizaban un sistema metrológio estandarizado, similar al de Cancho Roano», se indica en la vitrina que contiene las piezas halladas en Driebes. Los fragmentos completarían el valor de su peso en una transacción comercial. Las monedas constituyen solo una pequeña parte del tesoro y en su mayoría están partidas, pues se usaron como pequeños lingotes. Algunas proceden de Cartago y por su datación se ha podido fechar cuándo se ocultó el tesoro, ya que las más modernas fueron acuñadas a finales del siglo III a.C.

La pieza más relevante del tesoro es una fíbula que debió de ser emblema de un personaje de la aristocracia. Muestra un personaje con casco y torques en el pie y una escena simétrica de un felino que devora una cabeza humana en el puente. Ésta representaría a un jefe guerrero que al ser comido por el león se convierte en héroe. Cuando se descubrió, el arqueólogo Julián San Valero Aparisi la llamó «Fíbula de Hércules», creyendo que la imagen del puente representaba al héroe griego vestido con la piel del león de Nemea.

21 de febrero de 2017

Sale a la luz la ciudad romana de Caraca, en Driebes (Guadalajara)

La ciudad se extendería sobre 12 hectáreas en las que el georradar ha descubierto calles, termas, viviendas, acueducto y un foro. Los investigadores datan su existencia entre los siglos IV y II d.C. y estiman que llegó a tener una población de 2.000 habitantes 
El georadar ha desvelado la existencia de un trazado urbano y la existencia de grandes edificaciones en Diebres.
Un equipo multidisciplinar de investigadores y arqueólogos ha descubierto una ciudad romana bajo tierra en perfecto estado de conservación en el municipio de Driebes (Guadalajara). Los trabajos empezaron en octubre y gracias a la utilización de tecnología como el georradar han concluido que bajo la tierra, apenas a 70 centímetros hay una ciudad con sus calles, el foro, termas, viviendas y templos.

La ciudad romana de Caraca podría estar en el Cerro Virgen de la Muela, en Driebes. El hallazgo ha sido realizado por un grupo de expertos que ha conseguido documentar la existencia de varias estructuras en el subsuelo que podrían conformar una ciudad romana de 12 hectáreas en perfecto estado.

Entre las estructuras enterradas podrían encontrarse un foro porticado, diversas manzanas de viviendas y posiblemente un mercado y unas termas. Incluso se han encontrado restos de un acueducto, que por su tamaño, han permitido documentar que en esa ciudad vivían alrededor de 2000 personas.


Esta ciudad, de tipo medio, supone un gran descubrimiento y tiene una importancia similar a la ciudad romana de Segóbriga, en Cuenca. Así lo asegura Javier Fernández Ortea, codirector del proyecto que asegura estar muy feliz con el hallazgo. “Esto ha sobrepasado las expectativas que teníamos. Las impresiones eran buenas pero la verdad es que es algo excepcional para nosotros”

Las labores de campo, financiadas a través de una subvención de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, se iniciaron en octubre de 2016. Los investigadores han utilizado diversas técnicas para estudiar la zona. Entre ellas destaca el uso, en el mes de noviembre, de un georadar 3D que fue utilizado para detectar la existencia de muros enterrados en el subsuelo. Este aparato emite ondas que rebotan si encuentran elementos grandes enterrados sin necesidad de realizar una excavación. Con esta prueba se ha podido hacer un plano bastante aproximado de la ciudad que permanece enterrada. “Hemos hecho un scanner del suelo y nos ofrece todo un plano del urbanismo de la ciudad. Ahí podemos ver el foro, las termas, el mercado...”- señala Javier Fernández. Un plano que todavía no se ha hecho público.

EN SEIS MESES PODRÍAN EMPEZAR LAS EXCAVACIONES
Tras la elaboración de este plano ya se está poniendo en marcha la segunda fase que pasará por excavar el terreno para confirmar lo que el georadar ha desvelado. “Es un lugar con una importancia histórica muy importante y además hay un compromiso de las administraciones, principalmente del Ayuntamiento de Driebes, para llevarlo a cabo”- afirma Javier Fernández. La idea es que en seis meses puedan empezar los trabajos.

Las excavaciones se realizarán a través de un plan de empleo que pondrá en marcha el propio ayuntamiento de Driebes y con la colaboración económica de la Junta de Comunidades. De hecho hace unos días hubo una reunión en el pueblo para hablar del tema, encuentro en el que estuvo presente la Directora General de Turismo de Castilla La Mancha, Ana Isabel Fernández, junto a diversos responsables regionales de bienestar social y empleo.

A largo plazo el objetivo es convertir esta ciudad en un lugar visitable y que se transforme en un polo de atracción turística similar a Recópolis, reconoce Javier Fernández.

ZONA RICA EN YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS
La zona del hallazgo es especialmente rica en yacimientos arqueológicos. En un cerro continuo hay restos de una necrópolis visigoda y de otra celtibérica. Además en los años 40, al realizar las obras del canal de Estremera, se encontró un lote de piezas de orfebrería datadas en el siglo III antes de Cristo. Ese lote se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y fue uno de los avisos de que en la zona podría encontrarse un gran asentamiento romano. “Ese fue uno de las indicios -reconoce Javier Fernández - pero además realizamos un proyecto de romanización de la provincia y nos llamó la atención por la gran cantidad de materiales que había en superficie en esa zona. Eran densidades muy potentes. Yo no había visto nada igual… El caso es que cada vez que volvíamos encontrábamos un evidencia nueva: grandes sillares que nos hablaban de edificios públicos.. Estaba claro que era algo más que un yacimiento cualquiera.”

La investigación, que ha sido dirigida por Emilio Gamo Pozas, profesor de la UNED de Madrid, y Javier Fernández Ortea, gestor del Monasterio de Monsalud, ha contado con la participación de numerosos profesionales del mundo de la arqueología, la historia, las matemáticas e, incluso, con expertos en Física de la Tierra y Geodesia.

El hallazgo será presentado públicamente en las próximas semanas en, al menos, dos actos. El primero tendrá lugar el 9 de marzo en el Palacio del Infantado y el segundo el 18 de marzo en la Casa de la Cultura de Driebes.