google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri

2 de noviembre de 2017

Afloran restos de cerámica y huesos en el yacimiento del Torrelló del Boverot de Almassora (Castellón)

Después de dieciséis años, el Ayuntamiento de Almassora ha retomado la actividad arqueológica en el yacimiento del Torrelló del Boverot y se han hallado nuevos restos de cerámica y huesos.de entre los siglos III y II a. de C,
Los restos de edificaciones serán conservados de cara a una futura restauración.
Este proyecto tiene como objetivo profundizar en la base de la muralla que rodea el antiguo poblado para determinar exactamente la fecha de construcción. Aunque actualmente los expertos estiman que fue erigida durante el siglo III a. de C., no existen datos que permitan acotar esta información.

Durante la primera jornada de trabajo, los responsables de la excavación han hallado restos de cerámicas de entre el siglo III y II a. de C., pertenecientes a objetos cotidianos como platos o vasijas, algunos de ellos con grabados. También han reunido varios fragmentos de huesos de animales que formaban parte del ganado y de aves para el consumo doméstico de los habitantes del asentamiento.

La alcaldesa, Merche Galí, y la primera teniente de alcaldesa, Susanna Nicolau, han visitado junto al arqueólogo municipal, Gerardo Clausell las excavaciones. "Esta intervención permitirá profundizar en los estratos más bajos de la muralla y crear una línea cronológica de eventos que afectaron al poblado en base a la información contenida en cada capa", ha explicado el técnico.

ACTIVO TURÍSTICO
Por su parte, la concejala de Patrimonio, Amaya Gómez, ha adelantado que "los arqueólogos prevén que, en este tramo del muro o en otros que estudiaremos próximamente, aparezcan elementos como columnas o torres que enriquezcan los datos que tenemos en relación a la historia del asentamiento, uno de los más importantes del Comunitat Valenciana y un auténtico activo turístico para Almassora".

La edil también ha confirmado que los restos de piedras de la muralla caídas durante los sucesivos derrumbamientos serán conservados para "plantear una reconstrucción de la muralla o restituir aquellos tramos más dañados", una actuación que el consistorio dejaría para más adelante.

ZANJA DE TRES METROS
Por el momento, esta excavación cuenta con un presupuesto de 15.000 euros, que se suman a los cerca de 8.000 euros que el ejecutivo local destinó en 2016 a consolidar los restos del yacimiento. Los trabajos, que se prolongarán hasta finales de noviembre, supondrán la excavación de una zanja de casi tres metros de profundidad, que recorrerá 10 metros en paralelo a la pared y tendrá cuatro metros de ancho.

La última excavación realizada en el Torrelló del Boverot tuvo lugar en el año 2001. Posteriormente, el Consell costeó una consolidación de parte de los muros del asentamiento, que se llevó a cabo en el año 2012. Ante el riesgo de desprendimientos, fue el Ayuntamiento de Almassora el que asumió la conservación de los restos el pasado año.

(Fuente: El Mundo / Europa Press)

31 de octubre de 2017

Un vecino encuentra un capitel romano en su finca de Mesas de Asta (Jerez)

La pieza será trasladada al Museo Arqueológico para su catalogación. Quedó al descubierto tras una escorrentía producida por las últimas lluvias. 
El capitel romano descubierto en una finca de Mesas de Asta. FOTO: LA VOZ DEL SUR.
Que Asta Regia esconde un tesoro incalculable no lo cuestiona nadie. Por eso, cada descubrimiento que se realiza en el todavía casi intacto yacimiento es un hecho destacable. Según informa el Ayuntamiento de Jerez, un vecino de la barriada rural de Mesas de Asta y su delegado de alcaldía, José Antonio Fernández, han puesto en conocimiento del Museo Arqueológico el hallazgo de un capitel romano en una finca. Parece que las últimas lluvias y una escorrentía habrían dejado al descubierto esta pieza.

El capitel, al parecer romano tardío, presenta una talla corintia de hojas de cardo sobre una piedra caliza, según las primeras imágenes del hallazgo. La obra guarda unas. Los tenientes de alcaldesa responsables de Cultura y Medio Rural, Francisco Camas y Carmen Collado, respectivamente, han expresado su agradecimiento tanto al vecino como al delegado rural por comunicar el hallazgo de esta pieza, que podría haber acabado en manos de saqueadores.

EXAMEN Y LIMPIEZA
Camas ha dado instrucciones para que la pieza romana permanezca en custodia y sea traslada al Museo Arqueológico donde será limpiada y examinada en profundidad para proceder a catalogar. “Gracias a la rápida actuación de los vecinos de Mesas de Asta la pieza ha podido ser recuperada”, ha subrayado Francisco Camas.

Carmen Collado también ha felicitado personalmente al delegado de Alcaldía de Mesas de Asta, José Antonio Fernández, y por extensión al vecino que comunicó el descubrimiento. “La rápida actuación ha evitado el expolio de la pieza. Quiero felicitar al delegado de Alcaldía porque sé que es una persona que siempre se preocupa por su localidad y por los vecinos”.

José Antonio Fernández ha explicado que ayer por la tarde el vecino de Mesas de Asta se puso en contacto con él para comunicarle de que las últimas lluvias habían puesto al descubierto una pieza romana. Inmediatamente, el delegado de alcaldía contactó con el Museo Arqueológico de Jerez para comunicar el hallazgo; tras la comunicación un técnico municipal se trasladó al lugar de los hechos.

(Fuente: La Voz del Sur)

27 de octubre de 2017

Arqueología sin excavar en Extremadura

El Instituto de Arqueología de Extremadura utiliza técnicas de mínima invasión y no destructivas para hacer los mapas de los yacimientos extremeños sin alterarlos
Imágenes captadas por satélite, fotografía aérea, magnetometría, tomografía eléctrica o prospecciones sobre el terreno son algunas de las técnicas que utiliza la arqueología moderna y que se caracterizan por ser no destructivas. Es decir, no penetran en el terreno. Por el contrario, la excavación es un proceso destructivo en el cual se retiran todos los elementos y solo se dejan las estructuras. Al mismo tiempo, sacar a la luz aquello que estaba protegido por la tierra significa romper el equilibrio y dejar expuestos a la atmósfera los restos arqueológicos, lo que hace necesarias medidas de conservación. Por supuesto, pese a ser un procedimiento lento, la perforación del suelo continúa siendo fundamental para esta ciencia que trata de interpretar las civilizaciones antiguas a través de sus vestigios. Pero tan importante como explorar correctamente bajo el terreno es conocer el lugar exacto en el que hay que hacerlo y con estos métodos se puede saber qué hay en el interior de la tierra antes de iniciar las perforaciones.

Por su parte, las técnicas no destructivas permiten obtener mucha información y abarcar áreas muy amplias del territorio. «Tienen una buena fiabilidad y mediante su uso podemos descubrir elementos con una inversión menor que la de una excavación arqueológica», explica Victorino Mayoral, científico titular del Instituto de Arqueología-Merida (IAM). Él es el investigador responsable de varios proyectos que se están realizando en Extremadura con la utilización de técnicas no destructivas y que persiguen el objetivo de revalorizar las zonas arqueológicas.

Estos trabajos aportan un conocimiento que es muy útil en diversos ámbitos. Por un lado, los procedimientos que se siguen sin la necesidad de abrir zanjas permiten localizar nuevos yacimientos que todavía no han salido a la luz. En este sentido, se abre la posibilidad de conocer más y mejor donde hay restos arqueológicos enterrados, lo que serviría para realizar una mejor gestión del territorio. «Su existencia nos valdría para prevenir el daño al patrimonio y protegerlo», expone Mayoral, en relación a la posibilidad de controlar la urbanización de terrenos o el desarrollo de obras en determinadas zonas.

Desde el punto de vista científico, la aplicación de las técnicas no destructivas sirve para complementar el estudio de zonas en las que ya se sabe que hay restos del pasado y que no se excavan por falta de fondos o porque las expectativas de grandes hallazgos son reducidas. Sin embargo, el uso de estos métodos contribuye a realizar planos detallados sobre grandes yacimientos, de forma que ayuda a presentar el patrimonio al público. «No es lo mismo mostrar un yacimiento con una pequeña zona de excavación y unas cerámicas repartidas en un erial, que puede resultar de interés a un científico pero no es atractivo para la sociedad en general, que el entramado urbano de una ciudad, algo que sirve para comprender cómo era ese lugar», detalla el investigador, que avanza que el potencial del yacimiento de Villasviejas del Tamuja, en el término municipal de Botija (Cáceres), ha hecho que se pase de las hipótesis basadas en los datos de prospección a una plasmación más visual y comprensible para el público no especializado, como puede ser una reconstrucción tridimensional.

Íntimamente ligado con el aspecto anterior, el descubrimiento de nuevas zonas arqueológicas también sirve para dotar a los municipios de recursos turísticos, algo que era, precisamente, la idea de uno de los proyectos iniciados. «Es difícil que haya ciudades sin descubrir, pero sí hay pequeños asentamientos, como granjas o villas, de las que todavía no se conoce su ubicación. El inventario arqueológico extremeño es una recopilación de datos muy heterogénea y un rastreo exhaustivo de la superficie requeriría bastante tiempo», según Mayoral, que pone el foco sobre la necesidad de realizar estos trabajos con prontitud, porque el tiempo es el principal enemigo de los yacimientos, que pueden ser dañados por las labores agrarias o quedar sepultados para siempre por infraestructuras como parques solares, carreteras o vías de tren. «Por ejemplo, en la ciudad de Contributa Iulia, en Medina de las Torres (Badajoz), se descubrió un anfiteatro de cuya existencia se sospechaba, pero gracias a la fotografía aérea y a la geofísica pudo confirmarse y ver su ubicación y forma exacta», insiste el científico del IAM.

Más allá de las aplicaciones prácticas, las técnicas no destructivas tienen la ventaja de su rapidez a la hora de analizar amplias extensiones de terreno. Con la fotografía aérea se pueden cubrir grandes áreas en un solo vuelo y los sistemas geofísicos son más veloces que las excavaciones. Es cierto que las técnicas no destructivas no pueden ni deben competir con los trabajos de excavación, en los que la recuperación de objetos facilita saber cómo vivía la gente en el pasado, pero aportan mucha información para un ojo experto.

Y es que después de la recogida de datos llega el proceso de interpretación de los mismos, un paso fundamental y que debe ser realizado por arqueólogos. «Con una buena comprensión de los métodos el trabajo, el estudio de la información recabada resulta muy esclarecedor. Incluso es posible hacerse una idea del grado de conservación de lo que hay bajo la superficie», asegura el responsable de los proyectos.


RECOPILACIÓN
«Esto es arqueología de mínima invasión», define Mayoral, que entre las técnicas no destructivas que se utilizan cita los métodos de prospección geofísica y la toma de imágenes, que pueden ser captadas por satélites o mediante fotografía aérea y que también incluyen la utilización de sensores que van más allá del espectro visible, como los infrarrojos.

Por otra parte, el uso de radares, de equipos de conductividad eléctrica o de magnetómetros se enmarca en el apartado de la geofísica. La combinación de todas estas técnicas es necesaria para lograr unos resultados óptimos, ya que cada una de ellas se adapta mejor a una determinada zona y para un mismo espacio ofrecen una visión diferente que se suma y complementa a la de otros métodos.

Por ejemplo, la fotografía aérea funciona muy bien en campos de cereales, pero debe usarse en el momento óptimo. Éste se produce cuando el cultivo está madurando y si se realiza en la horas del día en las que el sol está rasante. El indicador de la presencia de elementos en el subsuelo es el cambio de tamaño de las plantas, lo cual se traduce en un cambio de tonalidad. «Un factor que condiciona el desarrollo de los cultivos es la arqueología. Las estructuras que los grupos humanos han dejado con el paso del tiempo influyen para mal en el crecimiento de las plantas. Donde hay acumulación de piedras hay un menor crecimiento de la planta y al contrario», comenta el investigador del IAM, especificando que este sistema funcionó muy bien en el yacimiento de Contributa Iulia.

Para zonas arqueológicas en las que no hay cultivos sirven los métodos geofísicos, como fue el caso de Villasviejas del Tamuja, con los que pueden cubrirse grandes superficies en muy poco tiempo. «Hemos abierto una ventana a un yacimiento de 15 hectáreas y conocemos su urbanismo sin necesidad de excavar», apostilla este arqueólogo.

Las imágenes captadas con sensores requieren un tratamiento especializado para hacer visible aquello que el ojo humano no es capaz de ver. «Los procedimientos informáticos son complicados, porque son necesarios software y programas especializados para el tratamiento de imágenes de un segmento del espectro electromagnético. Los especialistas en laboratorio, combinan las bandas y aplican los filtros», relata Mayoral.

El procedimiento más costoso, sin ser destructivo, es la prospección sobre el terreno, porque requiere mucho personal. El sistema de trabajo se basa en peinar el espacio a estudiar y documentar con posicionamiento del GPS todos los hallazgos realizados. Los más habituales son cerámicas y metales que han salido a la superficie debido a los trabajos agrícolas. A continuación, un programa informático calcula la densidad de puntos marcados. «Eso nos ayuda a interpretar y saber donde ahí había un asentamiento y hasta donde se extendía», según el responsable de estos proyectos.

En la actualidad, desde el IAM se está trabajando de manera muy intensa en la comarca de La Serena, donde ya hay yacimientos documentados, para localizar nuevos asentamientos. Estas acciones también cuentan con la participación de Cicytex, centro investigador con el que el Instituto Arqueológico comenzó a colaborar a principio de esta década, al igual que con Intromac. Afianzar esta relación ha sido uno de los aspectos más positivos de los proyectos realizados en común. La utilización de métodos similares para el estudio del suelo, aunque por motivos tan distintos como son la arqueología, la agricultura de precisión o el análisis de rocas, fue un poderoso aglutinante para compartir esfuerzos y trabajar en común en la gestión de los espacios agrarios.

26 de octubre de 2017

Salen a la luz los orígenes romanos de la muralla de Ávila

El análisis de 15 metros de lienzo data el monumento en el siglo I, más antiguo de lo estimado hasta ahora. La muralla romana afloró a una profundidad de 6,5 metros, y tiene una altura de entre 1,40 y 2,40 metros.
Restos arqueológicos de la muralla de Ávila datados en el s. I.
FOTO: AYUNTAMIENTO DE ÁVILA
Nuevas excavaciones arqueológicas realizadas en la muralla de Ávila con motivo de su restauración —un proceso continuo— datan los restos hallados en el siglo I, en la Hispania romana, cuando tradicionalmente se situaba el origen de esa barrera defensiva en los siglos IV y V, la etapa de crisis por las invasiones bárbaras. El teniente de alcalde de Patrimonio, Turismo y Servicios a la Ciudad, Héctor Palencia, dió a conocer ayer los detalles del análisis de 15 metros del lienzo oeste de la muralla que ubican en la época romana la construcción más simbólica del patrimonio de Ávila. Esos restos estaban a una profundidad de 6,5 metros, y tienen una altura de entre 1,40 metros y 2,40.

Palencia ha destacado "la enorme importancia" del hallazgo, que demuestra que la muralla es romana, "algo de lo que tanto se había hablado pero de lo que no había pruebas". "Sin embargo, hoy presentamos esas pruebas. Tanto en la zona oeste, en el lienzo interno del río Adaja, como en la zona de la puerta del Alcázar, se ha podido documentar, sin lugar a dudas, que la muralla es del siglo I, y que luego se rehízo en los siglos IV y V”. Sin embargo, la muralla que ven hoy día los turistas es la conocida como la "de la Repoblación", porque es la que "en el siglo XI mandó construir el rey Alfonso VI para consolidar la frontera castellana".

La fundación de la ciudad de Ávila se había datado en torno al siglo I, “pero solo se tenían restos arqueológicos de viviendas, talleres o calles, no de la muralla”, subraya el comunicado del Ayuntamiento de Ávila que, añade, “tanto la zona este como la oeste, la actual muralla se eleva sobre las anteriores”. El perímetro de esta cerca militar es de 2.516 metros y tiene nueve puertas a lo largo de su recorrido.

CONTRACERCAS Y FOSO
Rosa Ruiz, arqueóloga del Ayuntamiento de Ávila, se ha referido precisamente a una de esas entradas, "la puerta del Mercado Grande (o del Alcázar), que debió de tener unos cubos de similares dimensiones a los actuales". También ha destacado "la complejidad" de este sistema defensivo, apreciable sobre todo en su zona este, por la existencia de "contracercas" que suponían una mayor dificultad de ataque para los invasores. Las "contracercas" eran paredes levantadas delante de la muralla, "más bajas, pero que se construían para impedir a los invasores llegar a la muralla", ha explicado por teléfono Ruiz. Entre ambas construcciones había un foso.

Ruiz ha añadido que esta investigación "acaba con muchas especulaciones sobre la etapa de construcción de la muralla", y hace suponer que "en muchas zonas, la muralla debía de estar embutida en la medieval". También confirma el proceso, de finales del siglo I antes de Cristo, en el que los vetones, los pobladores prerromanos que guerreaban entre ellos y vivían en castros en la zona, fueron obligados por los romanos a abandonar ese territorio e instalarse en el interior de la muralla.

Para continuar con la excavación en la zona este de la muralla hay una ayuda al patrimonio de 25.900 euros procedente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a la que se suma otra de 15.000 euros aportada por el consistorio de esta ciudad castellana de 58.000 habitantes. Ávila fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en el año 1985 y la visitan cada año unos 400.000 turistas, en su mayoría procedentes de Madrid.

25 de octubre de 2017

Las excavaciones regresan a Llanes para saber cómo vivían los asturienses

Un equipo de arqueólogos liderados por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias, trabajará durante dos semanas en el abrigo del Alloru. La costa oriental es «una de las mejores de Europa» para estudiar esta fase del Mesolítico
Los arqueólogos excavan a la entrada del abrigo del Alloru, en la localidad llanisca de Balmori. / FOTO:  N. ACEBAL
El entorno del abrigo del Alloru, ubicado a la entrada de la localidad llanisca de Balmori, vuelve a ser un hervidero de actividad en busca de vestigios que ayuden a saber cómo vivían los antiguos pobladores de la costa Oriental. El equipo liderado por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria Pablo Arias retomaba ayer por la mañana las excavaciones enmarcadas en un proyecto que iniciaron en 2013 y que pretende arrojar luz sobre las costumbres de los últimos cazadores-recolectores que habitaron la zona hace entre 8.000 y 5.000 años, justo antes de la llegada de los primeros agricultores. En los trabajos participan una docena de arqueólogos procedentes de las universidades de Cantabria y La Rioja y se prevé que éstos tengan una duración mínima de dos semanas que se podrían ampliar.

«Sabemos qué animales cazaban y pescaban y qué vegetales recolectaban estos grupos de asturienses, pero es una visión muy parcial. Ésta es una investigación relevante, pues si todo va bien nos permitirá saber de una vez cómo era su día a día, cómo se organizaban sus asentamientos, qué tamaño tenían los grupos, cómo se asignaban las tareas, hasta qué punto eran nómadas y otras muchas preguntas que llevamos décadas haciéndonos», explicaba ayer Arias, mientras supervisaba los primeros momentos de la excavación.

Precisamente en el mismo lugar donde hoy trabajan los arqueólogos ya se hallaron hace cuatro años evidencias del paso del Mesolítico al Neolítico, así como de uno de los asentamientos que habitualmente acompañan a los concheros -nombre con el que los expertos se refieren a las acumulaciones de conchas y otros restos animales que posiblemente correspondan a los basureros de la época-. En el mismo se encontraron incluso un par de agujeros de poste que los investigadores consideran que podrían haber formado parte de una cabaña. Se trata, indicó Arias, de «un yacimiento muy rico» en el que destacan los «indicios de industria lítica, como los picos asturienses, de los que hallamos más de diez en la última ocasión».

Asimismo, el director de la excavación explicó cómo un reciente estudio de micromorfología llevado a cabo por un miembro de su equipo, Carlos Duarte, demostró que algunas de las conchas del Alloru contenían tierra procedente de otros lugares. «Esto demostraría que los desperdicios fueron movidos de un sitio para otro, quizás en un intento de mantener limpio el asentamiento», indicó.


LA BORBOLLA Y PIMIANGO
La actuación no se limitará al entorno del Alloru, sino que se replicará en otras zonas ya conocidas por estos investigadores, como la sierra plana de La Borbolla, donde en su día se hallaron 57 túmulos, así como la zona de Pimiango, donde se excavaría por primera vez. La costa oriental, agregó el director de la excavación, es «una de las mejores de toda Europa» en lo que a vestigios de la vida en esta última etapa del Mesolítico se refiere.

Estos trabajos conforman la última fase del estudio 'Sociedades costeras en un mundo cambiante', en el que trabajan expertos de diferentes instituciones académicas y cuya finalización está prevista para diciembre de 2017.

24 de octubre de 2017

Ocho acusados por la destrucción arqueológica del yacimiento de La Orden-Seminario (Huelva)

Los procesados se enfrentan a penas individuales de año y nueve meses de cárcel. Cinco de ellos poseen puestos del rastro y el fiscal les pide una indemnización conjunta de 216.040 euros
Expolio de una de las parcelas del yacimiento del Seminario, con el rastro al fondo. FOTO: ALBERTO DOMÍNGUEZ
Ocho personas se enfrentan a penas individuales de un año y nueve meses de prisión y a una indemnización conjunta de 216.000 euros por la destrucción de dos parcelas del yacimientos arqueológico del Seminario, en Santa Marta, donde ordenaron o ejecutaron movimientos de tierra para ampliar las parcelas que tenían asignadas en el mercadillo de Huelva. Así lo interesa la Fiscalía en el escrito de acusación por los hechos acontecidos los días 7 y 14 de abril del pasado año y por los que se les imputa un delito de daños contra el patrimonio histórico.

CONCESIONARIOS DE PUESTOS AMBULANTES
En el documento del Ministerio Fiscal consta que fueron cinco concesionarios -de los puestos ambulantes municipales 172, 183, 189, 191, 193 y 195- quienes contactaron con un intermediario (también acusado) para que en su nombre encargara al séptimo encausado, administrador de una empresa familiar, la realización de trabajos de movimiento de tierras en cada una de las parcelas que tenían adjudicadas "con el fin de ampliar la superficie de las mismas y, sobre todo, poder aparcar sus vehículos en la misma parcela y no en los aparcamientos habilitados para ello".

El administrador de esta empresa "no solicitó los permisos ni las licencias preceptivas", asegura el fiscal Alfredo Flores en su escrito de calificación. Encargó supuestamente al octavo acusado, empleado de su misma empresa, que socavara los terrenos, ubicados en un terreno de titularidad municipal (el 7.7, de 43 metros cuadrados de superficie) y en otro autonómico (el 11.1, de 306 metros cuadrados). Y lo hizo, asegura el Ministerio Público, "usando maquinaria pesada" y a sabiendas de que "no estaban autorizadas las obras". La empresa se embolsó por la ejecución del movimiento de tierra 210 euros que abonaron los seis primeros acusados.

  • El fiscal pide para los acusados una indemnización conjunta de 216.040 euros
Las parcelas afectadas forman parte del Plan Parcial 8 del PGOU de Huelva y están inscritas en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, además de ser Zona Arqueológica de Huelva (sector B-3 Santa Marta-La Orden), protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) por su elevado interés patrimonial. Y los acusados "eran conocedores de la protección de la zona, no sólo porque desde hacía tiempo el Ayuntamiento negociaba con ellos su traslado, sino porque en enero de 2016 se había producido otro expolio en un zona cercana cuya repercusión pública y mediática fue notoria", apunta la acusación.

EXCAVACIONES
Las excavaciones en el yacimiento del Seminario se suceden desde que en 1970 afloraran en el área aledaña a El Torrejón dos necrópolis y un poblado tardorromano. En 1998 se encontró una estructura adscribible a época islámica, una alquería de las que rodearían la medina de Huelva. En 2005, una intervención preventiva evidenció una realidad más compleja: el hallazgo de varias necrópolis (neolítica, calcolítica, de la Edad del Bronce, tardorromana y medieval islámica), "con un poblamiento continuado desde, al menos, 5.000 años".

En 2016 -y para elaborar la pericia judicial- se realizó primero una limpieza de perfiles mecánica y manual y se constató una estratografía afectada por los movimientos de terreno que se correspondería con las estructuras ya documentadas, "y zanjas de cultivo y zanja ancha de cronología protohistórica en la parcela 11.1; también correspondencia con un silo o fosa circular de cronología prehistórica y una posible tumba de cronología prehistórica". En la parcela 7.7 se ha documentado un posible alcorque de época medieval-moderna, donde se ha recuperado diverso material cerámico y restos de vidrio y ladrillo romano.

"En todo caso el movimiento de tierras con maquinaria ha supuesto la pérdida irreparable de información histórica en al menos 145,79 m2 en la parcela 7.7 y de 16,65 m2 en la 1.11", que nunca habían sido objeto de intervención arqueológica y que, por su mayor cota, "podrían corresponder con zonas de ocupación intensa".

23 de octubre de 2017

Cultura restaura cinco torres de las murallas meriníes de Ceuta

Con una inversión de 370.000 euros concluyen las obras de consolidación y restauración de tres torres y sus paramentos y se continúan los trabajos en otras dos.
Estado actual de las murallas meriníes de Ceuta. FOTO: CEUTA ACTUALIDAD.
La Consejería de Educación y Cultura ha terminado las obras de consolidación y restauración de las torres 8, 9 y 10, y de los paramentos entre ellas, de las Murallas Meriníes, continuándose los trabajos por las torres 6 y 7 y su correspondiente paramento.

La actuación actuación ha requerido una inversión de unos 370.000 euros de los que la Ciudad ha aportado 93.000 y el Ministerio de Fomento, con cargo al 1,5 % Cultural, 277.000 euros. Ha servido para reforzar la estructura de la parte de este resto patrimonial que ha sido objeto de las obras de acuerdo con el proyecto redactado por el arquitecto municipal Javier Arnáiz, y el objetivo de la Consejería que dirige Javier Celaya es continuar estos trabajos por las torres 6 y 7 y su correspondiente paramento, en sintonía con el interés del Gobierno de Ceuta de poner en valor el rico patrimonio local en todas sus formas.

En lo que se refiere a los paramentos, la obra ha implicado, entre otras cosas, sanear superficies de hormigón original y de restauración y eliminar vegetación parasitaria; implantar mallas de fibra sintética; introducir agujas de madera en mechinales originales clausurados con mortero bastardo –los mechinales son agujeros cuadrados que se dejan en las paredes cuando se fabrica un edificio para meter un palo horizontal del andamiaje-; desbrozar y desmontar el terreno al pie del muro hasta reconocer la cimentación de las estructuras; anclar al hormigón original con varillas de fibra sintética; construir nueva tapia de hormigón de tierra y cal de características físico-químicas similares al original; e impermeabilizar el muro.

Con respecto a las torres, los trabajos han rematado los lienzos con hormigón de cemento blanco, cal, tierra y arena parduzcas, dejando unos bordes biselados para el desagüe de pluviales y procurando, así, un impacto visual menor; el empleo, como en los paramentos, de varillas de fibra sintética introducidas desde los mechinales exteriores y de otras similares utilizadas como anclaje de viga de coronación; el saneado de la superficie de hormigón original y de restauración, para lo que hubo de ser eliminada, también, la vegetación parasitaria; el relleno original formado por una mezcla de tierra, mortero de cal y piedras; y la utilización de vasos de hormigón armado con mallazos de redondos y de membranas impermeabilizantes.

Además, de acuerdo con el proyecto redactado por los servicios técnicos de la Ciudad, la ejecución del proyecto ha incluido el relleno de oquedades, fisuras y mechinales con morteros bastardos de cualidades cromáticas y resistentes similares al material medieval, gárgolas cerámicas, solería de baldosas, y micropilotes y varillas de fibras sintéticas introducidas de forma oblicua, en número variable según la longitud y situación de las fracturas a coser.

Con carácter previo a la ejecución de todos esos trabajos, la Consejería de Educación y Cultura llevó a cabo una excavación arqueológica para confirmar la existencia de restos. Lo hallado fue algún que otro material contemporáneo no afectado por la obra y restos de viviendas del siglo XVIII ubicados por debajo de la cota, realizaándo su estudio y documentación, un trabajo convenido con el Estado.

Las Murallas Meriníes están en el Campo Exterior, en concreto, en la orilla oriental del Arroyo de Fez, en terrenos de las barriadas de Villajovita, Pedro Lamata y Zurrón, de tal manera que los lienzos visibles ocupan el muro posterior del cuartel del Regimiento de Artillería nº 30, las paredes medianeras traseras de la calle Lope de Vega y la zona aledaña a la pista polideportiva de la barriada de Zurrón. A esto se suman algunos otros restos dispersos, fundamentalmente en la zona entre Terrones y el cauce alto del Arroyo de la Ribera.

20 de octubre de 2017

Afloran los restos de un pecio en la playa de El Portil (Huelva)

Su descubridor, el arqueólogo Claudio Lozano, cree que la madera podría ser del 'Matagrana', hallado en 2008, o formar parte de un navío tan relevante como el 'San Medel y Celedón', del S. XVI
Intervención del pecio 'Matagrana', llevada a cabo por la Junta en 2008. FOTO: HUELVA INFORMACIÓN
El día de los enamorados de 2008 la mar destapó para el mundo, como si de un truco de magia se tratase, uno de esos fascinantes tesoros hundidos de los hombres: una antigua embarcación que había naufragado en El Portil, el navío de Matagrana, de construcción íbero-atlántica (probablemente de factura holandesa o inglesa) y datado entre las medianías del siglo XVII y las del XVIII. Ahora, nueve años después de aquel hallazgo que concitó el interés de la comunidad científica y sobre el que se desplegó una intervención arqueológica de gran calado, un nuevo descubrimiento pone el foco sobre la misma playa donde hace más de tres centurias se ubicaba la entrada de la barra (donde acababan naufragando muchas embarcaciones): más restos de madera, probablemente de roble y pertenecientes a una cuaderna, se asoman en la rompiente de la playa puntaumbrieña.

El doctor en Arqueología Subacuática Claudio Lozano los encontró el lunes, cuando paseaba por la bajamar, y lo puso inmediatamente en conocimiento de la autoridades. El martes presentó un escrito informando a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Huelva sobre este asunto, documento al que ha tenido acceso Huelva Información y en el que defiende como principal tesis que pudieran tratarse "de restos del Matagrana que no descubrió la Junta en su primera intervención", pero donde también insta a la Administración autonómica a "que se descarte que se trate de otra embarcación, ya que se encuentran en una cota diferente de donde se ubicaba el pecio de Matagrana y además presentan otra orientación".

  • Técnicos de la Junta de Andalucía ya inspeccionan "in situ" los restos localizados
De ser otro navío, afirma el arqueólogo onubense, podría tratarse del relevante San Medel y Celedón "y no podríamos dejarlo ahí". Si la Junta de Andalucía realizó una gran inversión en la investigación del pecio del Matagrana fue porque todo apuntaba a que fueran los vestigios de esa importante nao-galeón, construida en 1530 y cuyo naufragio se produjo 14 años después en El Portil, cuando regresaba de América cargada de polvo de oro. Existe una gran documentación sobre este navío debido al expolio que sufrió tras el accidente, "en el que muchos vecinos de la zona llevaron a cabo una rapiña absoluta", matando a muchos de los maltrechos marineros y llevándose, incluso, parte de las maderas de la estructura para ornamentar sus hogares. "En esa documentación se cita por parte de los supervivientes que antes de ellos embarrancar y estrellarse tiraron varias cajas de oro al agua", añade Lozano.

Pero la importancia del San Medel y Celedón vas más allá. Su hallazgo vendría a rellenar un hueco importantísimo en la historia de la construcción naval, puesto que "marca la transición entre la nao y el modelo constructivo de los galeones".

PROTOCOLO DE HALLAZGOS CASUALES
La Delegación Territorial de Cultura, como consecuencia de la información aportada por el arqueólogo subacuático, activó ayer el protocolo marcado por la Ley de Patrimonio Histórico en caso de hallazgos casuales como el que se le ha notificado, trasladando a varios técnicos autonómicos a la zona de la aparición, donde ya han tomado muestras fotográficas y han realizado mediciones. Estos trabajos, según informó ayer a este diario la Administración andaluza, continuarán en la misma línea en la jornada de hoy.

Lozano lamentó que el descubrimiento del pecio de Matagrana no diera lugar a "ninguna publicación científica de referencia", así como que la embarcación no se acabara extrayendo para su exposición pública. "Lo lógico es que lo descubierto por el Centro Andaluz de Arqueología Subacuática, dependiente del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, revertiera un poco en la sociedad".

Es más, pese al interés de los ayuntamientos de Punta Umbría y de Cartaya en que los ciudadanos pudieran acceder al barco en una instalación creada para tal fin, "se volvió a enterrar, como tantas cosas de interés arqueólogo de Huelva". El experto detalló que "llevaron una retropala, se hizo un agujero, llegaron al manto freático (la zona húmeda), colocaron un geotextil y allí enterraron el barco", justo en la zona donde está el chiringuito Fashion, donde sigue oculto a día de hoy.